“Tenemos mucha confianza en que este año de elecciones será por desgracia el peor de todos, y estamos dedicados en cuerpo y alma para que así sea”, declaró Insigne Gómez Salvador, líder del Movimiento Umanista Nacional, rodeado de su séquito, luego de un mítin a puerta cerrada. “Estamos claros que va a ser difícil conseguir que las cosas sigan saliéndonos tan mal para nuestro pueblo, que es el mejor del mundo, pero vamos a echar el extra”, agregó con pesadumbre, soltando su feliz carcajadita.

Presionado por los reporteros circulares, el líder Gómez Salvador hizo una recapitulación a fondo sobre la buena fortuna que las crisis, los desastres y los colapsos que han azotado a la patria han significado para la causa umanista.

“Nos ha ido muy mal, o sea muy bien, en general. Sobre todo a partir del 2018, cuando se dieron circunstancias que ni en nuestros sueños más ambiciosos habríamos planeado”. Estas circunstancias fueron de toda clase, desde las masacres “que tanto nos han estimulado”, hasta la epidemia de Covid que aterró y aniquiló a tantos mexicanos, lo que “nos dio mucha pena que nos diera tanto gusto”, apuntó.

Después siguieron los otros pesares, agobios, tragedias y contratiempos de siempre que, como es costumbre, sacudieron al pueblo al que nos debemos. “No podríamos haber pedido más”, señaló Gómez Salvador. “Hemos tenido muy buenas temporadas de sequía y muy buenas temporadas de huracanes, en ambos casos con millones de hectáreas y urbes afectadas. Estamos muy satisfechos de los efectos negativos que esto ha producido en el pueblo raso, cosa que gozosos celebramos, llenos de agobio.”

“Nuestros afanes por conseguir el fracaso en todas las áreas han sido bastante exitososos”, dice con entusiasmo, no sin reconocer el apoyo que ha recibido de los ricachones, los militares, el narco, la clase política y el clero potente. “Es muy triste reconocer cuánto gusto nos ha dado que todos los niveles de gobierno y sus poderes, desde el federal hasta el más insignificane municipio, no funcionen adecuadamente, sumiendo al pueblo en una zozobra que nos apena aplaudir y que nos impulsa a tratar de empeorar aún más.”

El desastre en la calidad educativa, algo que tanto daño le hace a México, y tanto le secuestra la esperanza, “es algo que —duele decirlo— nos llena de alegría, lo mismo que el estimulante aumento de reprobados, que nos llena de sincera tristeza. Y desde luego que el Sistema Nacional de Salud haya colapsado, llenando de entusiasmo a millones —se lo digo con el alma contrita—, llenándonos de satisfacción.”

“Y ¿qué decir de la inseguridad?” —continúa. “El apogeo del crimen en todas sus manifestaciones tiene a la población sumida en el terror, algo que —es muy triste reconocerlo— nos cae de perlas, pues nos duele en el alma el gusto de que apoye tan eficazmente nuestra misión final…”

¿Que cuál es esa misión? El licenciado Gómez Salvador hace un gesto de feliz congoja. “Coad-yuvar al desastre total de la patria en todos sus aspectos, lo más rápida y más eficazmente que se pueda —se lo digo con el corazón trepidando de dolor— para poder entonces comenzar a reconstruirla, poco a poco, bajo las órdenes de Claudia, y alcanzar así un acuerdo promisorio que habrá de poner las bases del futuro en el que se irá avecinando la esperanza, para culminar el proyecto de esa patria con que nos gusta tanto soñar y que será una patria mucho mejor para los mexicanos que no emigren.”

Dicho esto, el líder Gómez Salvador y su séquito subieron a sus camionetas para dirigirse al Palacio Nacional, llenos de apesadumbrado optimismo, a recibir a la Estatua de la Libertad…

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