Durante la cosa esta de la Sublime Reiteración del Gran Mandato, El Supremo fortaleció “la revolución de las conciencias” con algunos videos, esos que difunde en las redes para ilustrar el fervor con el que abraza a la Patria.

En uno aparece jugando béisbol en día hábil en un eficiente estadio, rodeado de equiperos, guaruras y camarógrafos al servicio de su gloriosa modestia. Él mismo aportó el resumen: “Jugué cinco entradas; bateé tres de tres. Dos hits, produje carrera, me impulsó para anotar el general Sandoval. Sin presumir, no lucimos mal”.

El atenuante “sin presumir” es preámbulo de la presunción: El Supremo es un gran bateador (o el pítcher muy mal pítcher). Que lo haya impulsado el general Sandoval es inevitablemente alegórico. El febril empleo del yo mayestático nos recuerda que su yo personal ya es el nosotros colectivo. La frase “No lucimos mal” significa “lucí muy bien”, pero sin mostrar aspiracionismo reaccionario.

El siguiente video lo muestra diciendo “¡Miren esta belleza!” mientras señala un chingo de mar. Luego narra, con clásica modestia, que en algún mitin un señor emocionado le evocó el Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, de José Revueltas, y le anunció que por fin “el proletariado en México tiene cabeza”, siendo esa cabeza la de El Supremo, que con fastuosa modestia acepta el cargo, asintiendo con la cabeza del proletariado que ya es la suya.

Quizás por primera vez en el discurso de El Supremo —que prefería “pueblo” y, cuando mucho, “masa trabajadora”— aparece el concepto “proletariado”, lo que habrá encantado a la tribu ultra del MoReNa. ¿O habrá sido algo tan azaroso como batear tres de tres? Habrá que suponer que, al asumirse cabeza del proletariado, tratándose de alguien tan aficionado a la historia, acepta que el capitalismo burgués explota a los proletarios, injusticia que sólo se repara creando una sociedad sin clases.

Es chistoso que Revueltas acabe como el San Juan Bautista que anuncia la llegada de este Mesías súbitamente marxista. Su (extenso y complejo) ensayo de 1961 es una crítica potente contra cualquier persona o institución gubernamental que se ostente como cabeza del proletariado. Es obvio que El Supremo no ha leído el ensayo de Revueltas o que, de haberlo hecho, tuvo otros datos y lo entendió al revés volteado. ¡Miren qué belleza!

Revueltas no dice que le falte cabeza al proletariado, sino que debe carecer de ella y que cualquiera que presuma serla traiciona de hecho al proletariado. Aborrece la idea burguesa de “la revolución hecha gobierno”, pues anula la lucha de clases, y aborrece al “gobierno democrático-burgués” que somete a “las masas organizadas”, lo mismo que a la izquierda “pseudoproletaria” que en México está en manos de los “ideólogos de la enajenación”. No son cabeza ni el Presidente de la República ni los líderes “demo-marxistas” que le hacen el juego a la democracia burguesa. La única cabeza meritoria es la del (imaginario) partido de la clase obrera, “cabeza del desarrollo para arrastrar tras de sí a las demás clases de la sociedad mexicana susceptibles de seguirla”.

¿Estará El Supremo proponiendo que MoReNa se convertirá en ese partido del proletariado? O, como escribe Revueltas, ¿el proletariado seguirá teniendo “sobre sus hombros una cabeza que no es la suya”?

En el último video, El Supremo Proletario otorga su voto a Emiliano Zapata. ¿Habrá que suponer (diría Revueltas) que lo hizo para reinvindicar la “revolución campesino-popular” y denostar en consecuencia a Carranza, el democrático-burgués que la anuló?

Misterio...

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