Pues como decíamos ayer, El Manuel (que significa “Dios con nosotros”) andaba por el mar de Galilea con sus apóstoles y sus apóstolas cuando se soltó un huracán espantoso, y todos tuvieron que remar contra el oleaje neoliberal, y luego de remar todo el sexenio, los apóstoles y apóstolas miraron a El Manuel, que andaba paseando sobre las olas, y se sacaron un flatus porque creyeron que era un espíritu, pero El Manuel les dijo “de que soy yo, no se asusten”, y ya no se asustaron.

Y entonces sucedió que la mañanera ya duraba más de tres horas, con El Manuel alabando a los pobres de espíritu y regañando a los adúlteros y amando a su prójimo, cuando los apóstoles le dijeron que el pueblo tenía hambre y que hiciera una pausa para que pudieran ir a comprar su comidita, pero El Manuel se opuso al consumismo aspiracionista, así que agarró los cinco panes y los dos pescados del bienestar que le dio el Apóstol de Hacienda y Crédito Público y los partió y le preguntó a la multitud “de que quién milita en MoReNa” y toda la multitud alzó la mano, y luego preguntó “de que quién vota por recibir su pan y su pescado”, y la votación fue abrumadoramente a favor, y El Manuel se mostró complacido y ordenó a los Siervos de la Nación que distribuyeran el pan y el pescado, y El Manuel maldijo a los hipócritas que dan limosna y luego lo andan pregonando.

Porque estonces ocurrió que los provocadores reaccionarios al servicio de Pilatos le preguntaron si había que pagar impuestos o no. Y luego de decirles hipócritas, racistas, clasistas, fascistas, gorgojos, cerdos y marranos, con todo respeto, El Manuel pidió una moneda y preguntó “de que quién era esa cara” y le respondieron que del César y El Manuel dijo “de que hay que darle a César lo de que es del César y de que a El Manuel le den lo de que es del Manuel”.

Y ocurrió entonces que El Manuel fue a la Suprema Corte de Justicia y que agarra un látigo y, moles, se madreó a jueces y magistrados y los acusó de ser mercaderes y de haber convertido a su casa en una cueva de ladrones. Y los niños empezaron a gritar “MoReNa en las alturas” y El Manuel dijo estar ufano de que lo alabaran los niños, porque de que los niños siempre dicen la verdad, como por ejemplo sus hijos muy amados.

Y luego organizó un fiestón con bailongo y le ordenó al Comité Nacional del MoReNa de que se quedaran ahí en Jerusalén a dar testimonio del regreso de la Virgen de Guadalupe, y apenas dijo eso, una nube deslumbrante lo arropó y lo subió al cielo y entonces que se aparecen Benito Juárez y Layda vestidos de blanco y que le dicen a los apóstoles y apóstolas pasmados y pasmadas y pasmades: “He aquí al Hijo del Hombre”.

Y luego Caifás y los clasistas y racistas llevaron a El Manuel a la Corte de Pilatos y lo acusaron de sedición, y Pilatos le preguntó “¿Eres el líder de MoReNa?” Y El Manuel dijo “si tú lo dices”, y Pilatos le preguntó a la multitud en asamblea si lo debía dejar en libertad, y la multitud dejó de comer pan y pescado y le respondió que mejor dejara en libertad al Chapo, y El Manuel pidió que hubiera votación a mano alzada, pero Pilatos se lavó las manos y liberó al Chapo y dijo “a la chingada”.

Y se llevaron al Manuel y lo clavaron en medio de Bartlett y Macedonio en una cruz de caoba y los soldados se rifaron la investidura presidencial, y los que antes votaban por él lo insultaron, y luego tembló, y El Manuel le dijo al pueblo “de que he ahí a tu madre”, etcétera.

Y luego, gracias a la revocación de mandato, resucitó al tercer año.

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