Se discute de nuevo, en estos días aciagos, sobre el carácter del nuevo partidazo, el Movimiento de Regeneración Nacional, MoReNa. El dilema, al parecer, consiste en decidir si se trata de un Partido o de un Movimiento, o de ambos dos juntitos. ¿Qué será?
Higiénicamente, el MoReNa anuncia en público la obligada declaración de quedarse en partido y de nunca, jamás de los jamases, degenerar en partido único, o en un partido-gobierno; descomponerse y pudrirse en un partido de Estado semejante al que durante décadas fue el Revolucionario Institucional.
Claro, es complicado creer en la sinceridad de esa proclama desde el momento en el que —ya desde tiempos de el exSupremo López Obrador, hoy notoriamente recluido en La Chingada— era público y notorio que su persona y su partido eran una sola y misma entidad inseparable. ¿Por qué debería ser diferente con la nueva suprema presidenta Sheinbaum, sobre todo si ahora el MoReNa domina el legislativo y va a emplearlo para dominar al judicial?
La nueva Líder del MoReNa, licenciada Luisa María Alcalde, necesariamente finge que su Partido es el único posesionario de su propia voluntad, su independencia y su libre albedrío. Es decir que, según ella, su MoReNa no reconoce que la voluntad de la suprema presidenta Sheinbaum tenga supremacía sobre la voluntad de su partido MoReNa.
Es lo mismo que sostiene la Presidenta, quien ya ha declarado que las tareas de su gobierno estarán separadas de las tareas del MoReNa, una decisión higiénica que, sin embargo, colapsó cuando, en su toma de posesión, la Presidenta ululó “¡Viva la Cuarta Transformación!”, aún antes del ya obligatoriamente triple “Viva México”. Al hacer eso, la Suprema puso suficientemente en claro su deseo de que México viva tres veces, pero siempre y cuando antes viva cuatro veces el segundo piso de la tal cuarta Transformación.
¿Cómo habría reaccionado el MoReNa si, por ejemplo, un Supremo del PRI hubiese ululado en su toma de posesión “¡Viva la democracia y la justicia social!” (como reza su lema) o “¡Viva la Patria ordenada y generosa!”, como dice el del PAN, en alguna ceremonia republicana previa al unánime “¡Viva México?” Misterio.
Pero, por lo pronto, si como peroró la Presidenta, su deseo es “gobernar para todas y todos los mexicanos”, ya desde su discurso de toma de posesión dejó bastante en claro que esos todos son sólo quienes aman la Cuarta Transformación, y que sólo tales todos caben en ese otroramente vasto toponímico.
La antedicha Lic. Alcalde, líder del MoReNa, urgió por lo pronto a sus militantes a responder estas preguntas: “¿Cómo mantenernos leales a los principios?, ¿cómo no alejarnos del pueblo ni perder la mística ni caer presas de la soberbia?, ¿cómo aprovechar nuestra diversidad para construir unidad y no sectarismo?, ¿cómo aseguramos que nuestros gobiernos sepan qué significa en el sentido más profundo, ser parte de Morena?”.
La respuesta la aportó la misma Lic. Alcalde cuando declaró: “El 1 de octubre asumiré la presidencia de nuestro Partido-Movimiento emocionada, porque pronto se cumplirá lo que el Presidente López Obrador ya anticipó: nuestro país tendrá a la mejor Presidenta del mundo y Morena seguirá su rumbo y se convertirá también en el mejor partido del mundo, pues es lo que se merece el pueblo de México.
Y desde la cima de ese Partido-Movimiento que es el mejor del mundo, la licenciada advirtió con toda modestia: “No les vamos a fallar.”