Mientras la Patria se acelera con las próximas elecciones se agudizan los problemas de cuenta larga, cuyas consecuencias van mucho más allá del sexenio, esa cuenta corta de nuestros infortunios.

La semana pasada circuló un escrito del Dr. Raúl Rojas, matemático de la Universidad Libre de Berlín. Es estremecedor. Se titula “La supresión del libro de matemáticas para el primer año de primaria” y se encuentra en línea. Otros matemáticos, Carlos Bosch Giral, de la Universidad de Lyon, y Javier Bracho Carpizo, de la UNAM, también han comentado el asunto con inteligencia, como reportó mi colega Yanet Aguilar en este mismo periódico.

En el primer libro de texto de primero de primaria de 1960, cuando nacieron, explica Rojas, había 56 páginas dedicadas a geometría y aritmética. En los 70 se diseñó bien un libro de texto específico de 144 páginas. Enseñar números bien y a tiempo era tan relevante que el CINVESTAV creó un área especializada en matemáticas educativas. Al iniciar el siglo XXI, el libro tenía 240 páginas que, además de geometría y aritmética, enseñaba pesos y medidas y cálculos monetarios. El último, el que se empleó en 2022, tenía 220 páginas. Fueron, pues, 60 años de tomar en serio la educación; de respetar el cerebro que está detrás de “la frente limpia y bárbara del niño” (que decía López Velarde), a sabiendas de que buena parte de su futuro dependerá de esas habilidades primordiales.

Y entonces llegó la SEP de la 4T y desapareció el libro, por orden de la Dirección de Materiales Educativos que lidera el trepidante pedagogo Marx Arriaga. Ahora las matemáticas ocupan sólo 11 páginas de un libro emocionadamente titulado “Nuestros saberes” que, a juicio de Rojas, es como “una desordenada Wikipedia de cápsulas didácticas”. Por si fuera poco, esas 11 páginas están plagadas de errores conceptuales, como el de enseñar que “las figuras geométricas están definidas por segmentos de líneas, ángulos y vértices”, lo que ya degradó al círculo de figura geométrica a (supongo) bolita.

La senadora Antares Vázquez Alatorre, quien preside la Comisión de Educación del Senado, desdeñó a esos críticos y defendió la transformación pedagógica diciendo que “este es el gran parteaguas en la educación mexicana. Lo que pasa es que los expertos de los conservadores quieren seguir fragmentando el conocimiento, que es lo que ha dañado tanto”. La senadora, que obviamente milita en el MoReNa, también dijo que tener antes libro de matemáticas no impidió “el fracaso en materia educativa”, argumento que, como observa Rojas, implica que no sólo ese libro, sino todos los otros, y aún los maestros, deberían desaparecer también.

Pobres niñitas y niñitos mexicanos de las escuelas públicas, víctimas de lo que el matemático llama “un apartheid educativo”. Es cierto, hay un clasismo no por involuntario menos eficiente cuando el gobierno los pone desde pequeños en desventaja frente a los niños de las escuelas privadas, que sí usan libros competentes de matemáticas y de español (porque el libro de texto de español también desaparece). Que los de escuelas públicas no sepan matemáticas, pero sí “saberes contrahegemónicos” no impide preguntarse quiénes, en el futuro, estarán sometidos a cuáles…

Y, claro, si a pesar de esta “nueva escuela mexicana” alguna de esas niñitas se empeña en aprender matemáticas, disfrutarlas y aprovecharlas para mejorarse y a su entorno, no tardará en ser tachada de sabihonda, aspiracionista, conservadora y, claro, corrupta…

Lo siento mucho, niñita.

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS