“No hay que caer en la politización”, decía Álvarez-Buylla cuando inició el conflicto en el CIDE. Es deseable que la ciencia no se politice, pero es difícil creerle a quien, desde que rebautizó al “Conacyt de la 4T”, politizó a la ciencia subordinándola al proyecto político de un partido.

“El conflicto en el CIDE ya se politizó”, dijo entonces en una entrevista (https://wradio.com.mx/progra ma/2021/12/11/el_weso/1639192728_005677.html) y procedió a denunciar a Amparo Casar, Aguilar Camín, Krauze, Dresser, Zuckerman y hasta a la UNAM, a quienes (haciendo eco científico, no politizado, de las consignas mañaneras) llamó “los enemigos, los adversarios”. La politización de tales “enemigos” consistió en defender a la comunidad del CIDE que insiste en que el nombramiento del director se haga de acuerdo al reglamento, y no por el dedazo de Álvarez-Buylla. Luego ella argumenta que “las instituciones de educación superior nunca deberían ser utilizadas por intereses de política partidista”; dice ser una “demócrata convencida” y llama a “los partidarios políticos” a quedarse en su lugar y abstenerse de “cooptar y secuestrar a las entidades académicas”, como no lo hace ella para la 4T.

Recordé el episodio porque la semana pasada EL UNIVERSAL publicó la noticia de que el director espurio del CIDE, Romero Tellaheche, destituyó a la coordinadora de la maestría en periodismo y políticas públicas, Grisel Salazar Rebolledo. La nota se titula “John Ackerman ya tiene un brazo en el CIDE” porque resulta que la suplente de la calificada académica (véase en Google Scholar) es Ruth Dávila, una empleada de Ackerman en su programa PUEDJS, que está en la UNAM, pero opera “con el generoso apoyo del Conacyt”, que los otorga sin politizar a quienes le simpatizan, como a Ackerman, cuyo programa, en el que cobran dos parientas de su esposa, recibe 5 millones anuales durante el sexenio.

¿Cuáles son los méritos de Ruth Dávila aparte de no politizar el programa de Ackerman? Bueno, es adversaria del periodismo como “activismo opositor” y de las “corporaciones mediáticas”, pero no del gobierno “que ha prometido grandes transformaciones y que es la concatenación de importantes luchas y movimientos sociales”. En cambio, Salazar Rebolledo piensa que “los ataques a la prensa por parte del gobierno deben interpretarse como el preludio de la restricción a los derechos humanos”. (Citas gugleables.)

Conclusión: Dávila substituye a Salazar, pero sin politizar.

Días después, Romero y Ackerman inauguraron en el CIDE el seminario “La nueva geopolítica de la democracia”, cuyo resumen en línea anunció que estamos “en un proceso de profunda transformación social” que nos lleva o al fascismo o a “nuevas vías democráticas hacia la liberación humanitaria”. ¡Qué emoción! ¿Quién ganará?

Romero —invitado de lujo en los programas de TV de Ackerman— dijo que el acto fue organizado en conjunto por el CIDE y el PUEDJS, pero luego agradeció a Ackerman “que prácticamente organizó todo y nos invitó a ser parte de este gran evento”. Ackerman lo felicitó “por el inicio de su gestión que está arrancando con grandes bríos (sic) para abrir el abanico (sic) científico-social en el CIDE y en la UNAM (sic) pues con su llegada al CIDE ya ganamos espacios para el diálogo (sic) el respeto y la pluralidad (sic)”. Más que un brazo, lo que Ackerman tiene en el CIDE es un títere.

Y todo esto coincide con una convocatoria de la comunidad del CIDE para una nueva marcha el próximo sábado en nombre de “La educación digna y la ciencia libre”...