La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) tiene uso y costumbre de bloquear las vías ferroviarias y paralizar convoyes llenos de mercancías o materia prima, averiando así la cadena de suministro, perjudicando a la industria y al comercio y por ende al pueblo bueno. Pero la semana pasada bloqueó también al Supremo insumo y destartaló la línea de producción de grandeza patria.
Tres veces le asestó la CNTE una cátedra de magisterio democrático al Supremo, despojándolo de su derecho humano a circular y paralizando de hecho al Ejecutivo en el interior de una camioneta sin baño.
¡Venceremos! ¡Venceremos! Así coreaban los maestros, entonando su elocuente himno que razona así: “¡Sembraremos las tierras de gloria!”, que anuncia “¡Socialista será el porvenir!” y que atentamente avisa que “¡Al Estado sabremos vencer!”. Luego de la serenata obligatoria, le asestaron clamor popular gritándole “¡Educación primero al hijo del obrero; educación después al hijo del burgués!”, pues así de burgueses le parecen a la CNTE el Supremo y sus hijos.
Y tres veces el Supremo que encarna al Estado vencido emanó mohines de fastidio, impedido de presidir la mañanera tan cara a su corazón popular, y terminó iracundo declarándose “rehén”, lo que para todo efecto transformó a la CNTE en secuestrador. Fue extraño en tanto que los ahora secuestradores y el Rehén Supremo suelen coincidir en que sembrar las tierras de gloria es más nutritivo que sembrar papayas o lo que sea.
Todos los ideólogos del Supremo coinciden en que la CNTE es la vanguardia plus del proletariado patrio, la puntalanza y el ariete, el francamente pedagogo Pípila que ilumina la ruta hacia los sembradíos de gloria. Todos. La CNTE ejemplifica “la gran resistencia al neoliberalismo y al viejo régimen”, ha dicho John Ackerman, consejero del Supremo, quien dice haber recibido de Él la orden de “acercar” a la CNTE con MoReNa “para que hubiera un entendimiento mutuo”. Como es sabido, con los millones que recibe del Conacyt, Ackerman dirige un Programa Nacional Estratégico que demostrará científicamente que la CNTE preside “el proceso de democratización de las últimas décadas”, que es el motor de “la construcción de una nueva cultura política más democrática y de resistencia” y que es la organización social que abrió los “nuevos escenarios para la Transformación de este país”. Una transformación que ahora incluyó transformar al transformador en triple rehén de su CNTE.
No hace mucho, el antropólogo Jeffrey Cohen mostró en un estudio que miles de oaxaqueños registran como razón principal para emigrar a Estados Unidos el deseo de que sus hijos asistan a escuelas que funcionen. ¿Serán burgueses? En el área más controlada por la CNTE (Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Guerrero), el 36% de los maestros no burgueses heredan sus plazas, pero imparten 25% menos clases que en otras zonas. Y en los mismos estados las remesas que envían esos migrantes aportan hasta el 11% del PIB. Esto quiere decir que hasta la CNTE se beneficia de aquellos a cuya expulsión colaboró.
No creo que el Supremo y la CNTE se hayan desencontrado. A la luz de datos como esos, más bien parecen estar de acuerdo en que la mejor forma de “al Estado sabremos vencer” es exportando mano de obra a los Estados Unidos neoliberales para que, desde allá, envíen remesas que patrocinen el combate al neoliberalismo mexicano.
“¡Respeto!”, exigió el Supremo durante su secuestro, pero sólo para él y su alta investidura. Para los demás no.