México es un país tan raro que si usted aspira a una distinción debe solicitarla a la autoridad competente. Hace poco me enviaron la “Convocatoria para solicitar la distinción de Investigador(a) Nacional Emérito(a)” en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Conacyt. ¿Qué significa? No mayor ingreso, sólo vitamina de vanidad y creer que por ser “distinción” vitalicia será usted inmortal. Y me dije, pues a darle, pues cumplía los requisitos de ser viejo, llevar años en el nivel alto y 40 años de producción académica...

Caí en la trampa. Para empezar, dan tres semanas para un trámite que consiste en enviarle al SNI un montón de información que ya tiene, pero en un formato diferente para que tenga chiste.

Luego venía acometer el autoencomio: un mínimo de 1400 caracteres (¿por qué?) sobre por qué me considero original, importante y modesto. Y luego otros tantos para decir que mis libros han fortalecido la inteligencia nacional. Así es: si usted cree que halago en boca propia es vituperio, nunca será emérito.

Luego debe registrar siete “productos de investigación” que, según usted, cambiaron al mundo. Como yo escribo libros, había que anotar el título, la editorial, la fecha, y demás datos, pero luego además había que anexarlos a la solicitud en formato PDF, incluyendo los que escribió usted a máquina, cuando no había PDF. Y como no sabe usted cómo traducir sus libros a PDF debe conseguir un aparato que sí sabe que se llama escáner y cuesta mil dólares y una cosa Acrobat que quién sabe qué es y cuando al fin lleguen por mensajería deberá estudiar las instrucciones “Cómo pedefear para mañana 7 libros de 400 páginas promedio”.

La opción es contratar a una compañía de servicios digitales a la que les manda sus libros para que los torturen hasta que salgan digitales 10 días después, cuando ya se cerró el plazo. Pero si lo hace ya ya, tiene sus libros pedefeados y quiere “subirlos” no va a poder porque “pesan” más de 25 megas y entonces hay que meterlos primero al Plus-Megatrón-X o algo así que usted no tiene y…

Es justo en ese momento cuando los ancianos mandamos todo en PDF a la proverbial chingada y se quedan en ya merito, pues mérito para emérito no amerita usted.

Ahora bien, a mí me parece que exigirles a los viejos investigadores ese tipo de pericia es tan contradictorio que quizás hasta esté calculado para arredrarlos y que dejen de andar fregando con que quieren ser vitalicios.

En la UNAM es aún peor. Para probar que la suya es “obra de valía excepcional” debe enviar una “semblanza” con sus estudios, distinciones, “principales experiencias académicas” , el “impacto, trascendencia, relevancia, pertinencia, creatividad, originalidad” (sic) de su obra y explicando “qué lo distingue como excepcional entre sus pares” (como ser más modesto que ellos) y hacer ocho trámites, como mandarle a la UNAM constancia de la UNAM de que lleva 30 años de servicios a la UNAM. Y un curriculum electrónico que tiene 13 capítulos con 53 grupos de datos que deben documentarse (por ejemplo: si usted dio 50 conferencias deberá anotar cinco datos de cada una)

Es decir, que si quiere usted ser emérito debe dedicarle un semestre al asunto.

La otra opción, obviamente, es convertirse pronto en un académico con poder administrativo para ordenarle a sus subordinados que hagan ellos la petición de grandeza emérita con su escáner su Acrobat y su PDF y todo eso. Y tiene que estar listo para mañana. Y lo va a estar.

Y listo: es usted emérito.