Desde el histórico fallo de la Corte que invalidó la prohibición absoluta del consumo recreativo de cannabis el 28 de junio de 2021, México ha estado atrapado en una maraña legislativa que ha impedido la plena implementación de la regulación. A pesar de la apertura de la puerta hacia una nueva era en la política del uso lúdico, industrial y medicinal, las trabas persisten en el Congreso y en la obtención de permisos de la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).

Una de las principales razones detrás de esta parálisis es la postura conservadora del presidente del país, quien en este año reiteró su preocupación acerca de que la legalización de la cannabis sea una puerta de entrada a otras drogas. Sus declaraciones, aunque polémicas, reflejan una resistencia persistente hacia la liberalización del cannabis en México y su ignorancia en el tema.

A pesar del fallo de la Corte, la falta de leyes que regulan la importación, exportación, venta e industrialización del cannabis y el cáñamo ha dejado al país en una posición desventajosa; desaprovechando una oportunidad dentro del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).

La situación se agrava al considerar el potencial económico que ofrece la industria del cannabis. De acuerdo a datos de Statista, si el mercado recreativo se hubiera legalizado este año, tendría un valor de 230 millones de dólares para 2024, en comparación con los modestos 60 millones estimados en 2022. Sin embargo, la falta de avances en la regulación está obstaculizando el desarrollo del mercado y limitando las oportunidades económicas para el país.

La regulación secundaria para el uso industrial del cannabis también está en pausa, lo que impide al sector aprovechar las oportunidades de exportación de la planta y de algunos insumos clave para la fabricación de productos terminados. La planta de cannabis y sus derivados, como el cáñamo, pueden utilizarse en la producción de materiales de construcción, textiles o biocombustibles, ofreciendo posibilidades de integración en la cadena de valor de diversas industrias.

Algunos especialistas han destacado la pérdida de oportunidades al no tener bases para desarrollar grandes sembradíos y fabricar productos que podrían ser utilizados en sectores como el automotriz o de la construcción. Mientras tanto, otras naciones avanzan: Porsche fabricó en 2019 un automóvil con partes de la carrocería hechas con cáñamo, demostrando el potencial del cannabis en la industria manufacturera.

El mercado del cannabis medicinal, valorado en 4.8 millones de dólares en 2022, según Grand View Research, también tiene un potencial significativo de crecimiento. Sin embargo, la falta de avances en la regulación y la implementación del reglamento que ya existe han limitado el desarrollo de este sector y su contribución a la economía nacional.

En un escenario mundial de liberalización de regulaciones sobre usos industriales del cannabis y el cáñamo, México tiene la oportunidad de convertirse en un proveedor clave para la industria global. Sin embargo, la falta de acción legislativa está dejando pasar esta oportunidad única. Mientras tanto, aquellos que se están viendo favorecidos son los cárteles criminales, promoviendo de esta manera el uso indebido del cannabis y la escalada de violencia en la nación, debido a la ausencia de regulación.

Es imperativo que México avance con determinación en la regulación del cannabis y el cáñamo, no solo para cumplir con las demandas de un mercado en crecimiento, sino también para impulsar la economía y aprovechar plenamente los beneficios de estas plantas versátiles. La sociedad civil tiene un papel crucial en este proceso, presionando por la implementación de regulaciones que fomenten un desarrollo sostenible y responsable de la industria del cannabis en México.

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