Las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos, además de definir el liderazgo de la nación más influyente del mundo, marcaron un punto de inflexión en los esfuerzos de reforma en torno al cannabis. A pesar del respaldo de figuras influyentes, como el presidente reelecto Donald Trump, y de una creciente aceptación del cannabis en algunos sectores de la sociedad estadounidense, varias propuestas de legalización y despenalización no lograron la aprobación necesaria en distintos estados. Estos resultados no solo presentan desafíos para la industria del cannabis en Estados Unidos, sino que también tienen implicaciones relevantes para México, especialmente en términos de política de drogas, comercio transfronterizo y cooperación en seguridad.
La jornada electoral reveló profundas divisiones entre los estados sobre la aceptación del cannabis. En Florida, la Enmienda 3, que buscaba legalizar el uso adulto de cannabis, quedó a escasos 4,1 puntos porcentuales de alcanzar el umbral requerido, a pesar de contar con el respaldo público de Trump. Sin embargo, la oposición de figuras republicanas, como el gobernador Ron DeSantis, y de instituciones gubernamentales obstaculizó su avance. En contraste, Texas dio un paso hacia la despenalización con la “Ley de Libertad de Dallas”, que prohíbe los arrestos por posesión de pequeñas cantidades de cannabis. Por otro lado, en Dakota del Norte y Dakota del Sur, rechazaron iniciativas de legalización, mientras que Nebraska aprobó dos leyes para regular el cannabis medicinal, marcando un avance, aunque limitado, en su postura hacia la planta.
Estos resultados reflejan la diversidad de posturas en el país vecino: mientras que algunos estados ven en la regulación del cannabis una oportunidad económica y social, otros mantienen reservas profundas, influenciadas por factores culturales y políticos. Para la industria cannábica en México, que observa el mercado estadounidense con interés tanto como modelo de políticas progresistas como por las posibilidades de exportación, este panorama de incertidumbre significa que los esfuerzos de regulación podrían retrasarse o, en su defecto, experimentar un crecimiento lento y cauteloso.
El presidente Donald Trump ha sido una figura sorpresiva en su postura hacia el cannabis. Durante la campaña, expresó su respaldo a ciertas reformas a nivel estatal y manifestó su disposición para impulsar la reclasificación federal del cannabis con multas médicas. Sin embargo, su historia refleja un enfoque dual: en su primer mandato apoyó políticas restrictivas contra el narcotráfico y propuso medidas de mano dura. Pese a ello, la campaña de 2024 mostró a un Trump más flexible, apoyando incluso la iniciativa de Florida, en un intento por atraer jóvenes y moderados.
No obstante, el avance de una reforma integral bajo su mandato aún enfrenta retos significativos. Si bien Trump ha manifestado interés en facilitar el acceso de la industria al sistema bancario y ha abogado por la autonomía de los estados en este tema, la mayoría republicana en el Senado podría obstaculizar una legislación más progresista. En este contexto, los efectos reales de la reelección de Trump sobre el cannabis dependerán de las negociaciones internas del Congreso y del compromiso de su administración con una reforma tangible.
Para México, estas señales mixtas representan un dilema. Por un lado, la posible flexibilización de las políticas en Estados Unidos ofrece una oportunidad para fortalecer la cooperación bilateral y políticas alineales de seguridad y comercio. Sin embargo, si Trump adopta una postura más rígida en temas de narcotráfico, como sugiere algunas de sus propuestas, ello podría derivar en una mayor presión en la frontera y en la necesidad de revisar la relación binacional en aspectos de salud pública y regulación de drogas.
La falta de una regulación federal uniforme en Estados Unidos limita las oportunidades de exportación para México. Mientras la industria mexicana del cannabis medicinal observa el mercado estadounidense como una vía de crecimiento, la falta de un marco claro impide aprovechar al máximo este potencial. Un impulso decidido por la regulación en Estados Unidos podría abrir mercados para productos mexicanos de cannabis medicinal, pero con los resultados actuales, el avance parece incierto.
México ha avanzado en la regulación del cannabis medicinal, pero el estancamiento en las iniciativas de uso recreativo en Estados Unidos podría influir en el ritmo de la reforma mexicana. El ejemplo de nuestro vecino del norte ha sido en muchos casos una referencia para la adopción de políticas progresistas en nuestro país. Si en Estados Unidos no se consolida una política federal de legalización, México podría enfrentar una menor presión para avanzar en sus propios esfuerzos de regulación, lo cual podría ralentizar el desarrollo de la industria nacional.
La propuesta de Trump en contra el narcotráfico, incluso sugiriendo penas más severas, podría complicar la cooperación en seguridad entre ambos países. Si bien ha mostrado flexibilidad en cuanto al cannabis, su política general respecto a las drogas podría impactar el manejo de la frontera y la colaboración en temas de combate al crimen organizado. En este contexto, México podría verse en la necesidad de replantear sus estrategias de política de drogas y de seguridad, especialmente en lo que respeta a la regulación del cannabis.
Los resultados de las elecciones en Estados Unidos representan un panorama complejo para la reforma cannábica. La reelección de Trump ofrece una oportunidad ambigua: si bien hay cierto apoyo para la regulación del cannabis, los resultados en diversos estados y las posiciones conservadoras del Congreso sugieren que la industria del cannabis se enfrentará a retos significativos. Para México, esta situación presenta tanto desafíos como oportunidades: la posibilidad de fortalecer su política de drogas de manera autónoma y de avanzar en el desarrollo de su industria, pero también la necesidad de estar atento a los cambios en las posturas de Estados Unidos para mitigar posibles impactos en la seguridad y en el comercio transfronterizo.
México se encuentra en un dilema en cuanto a su política de cannabis y la relación con Estados Unidos en este ámbito. Los esfuerzos de legalización en nuestro vecino del norte no solo afectan a la industria mexicana, sino también la estrategia de cooperación binacional. Con los resultados obtenidos en esta elección, México tiene una oportunidad histórica para diseñar su propio camino y consolidar una política de cannabis que atienda sus realidades y prioridades internas.