“Es una mujer informada.” “Es un hombre bien informado”, me han comentado acerca de alguien quien seguramente también cree que lo es. Se observa en la postura de natural suficiencia de su rostro, en su porte distante, en el tono pedante y a la vez condescendiente de su voz. Supongo que a partir de tales afirmaciones intentan definir a un ser versado en cultura general. ¿Pero qué significa eso? Es posible que la cultura general designe algo tan vago que pierda toda clase de sentido. Es probable que lo que es de importancia para otro, carezca de interés para mí. No es que me valga un comino aquello que los demás piensen, ya que he aprendido a valorar los cominos, los rábanos y los cacahuates. Veamos: voy a plantearles cinco preguntas que se me ocurren ahora al azar: “¿Cuáles son los cuatro elementos químicos que sostienen y hacen posible la vida humana?” “¿Qué papel desempeñaban los Tonton Macoute en Haití durante los años 70 del siglo pasado?” “¿Qué país envió la primera sonda espacial a Venus?” “¿Quién asesinó a Selena?” “¿Si una persona tuvo una sobredosis y todavía respira en qué posición hay que colocar su cuerpo?” Como ustedes apreciarán esta clase de preguntas puede extenderse al infinito y se considerarían ramificaciones de la cultura general. En consecuencia, es más cuerdo afirmar que nadie sabe nada más de lo que sabe, y que le resulta necesario para vivir o progresar. A mí me ocurre muy seguido: no estoy al tanto y a menudo escucho nombres propios y situaciones en las conversaciones que me dejan impertérrito (impasible, quiero decir). Miren; cuando escuchaba hablar acerca de un Alito, yo pensaba que era la competencia del Dr. Simi. Ni siquiera sabía que Pina Bausch continuaba viva, ni que Sara Kane se había ahorcado utilizando para ello las agujetas de sus zapatos. ¿Alguien siquiera ha hojeado el códice Durán?

Nada que venga antecedido de la publicidad: “El último éxito de...” posee gran valor para mí. Así que me doy por un ente estrictamente desinformado. Por supuesto leo varias veces a la semana los periódicos (no acudo a los noticiarios de televisión; ya que la palabra escrita me resulta más confiable), pero sé bien que las noticias que me interesan resultarían vacuas para otros. Las novedades editoriales me tienen sin cuidado, pero no los libros, y de vez en cuando un ser piadoso me tiende la mano y me hace una buena sugerencia.

Entonces ¿qué se quiere expresar cuando se dice de alguien que es informado o informada? A mí me gustaría que me informaran ¿qué carajos hago en esta vida?, mas sé que ello es imposible. No obstante existen algunas cosas, hechos, ideas que podemos conocer sin acudir a otros (todo lo sabemos entre todos, diría Alfonso Reyes, sin haberse detenido en que también todos pelean contra todos). En mi particular caso me inclino a informarme bien acerca de cuáles son mis pasiones indomeñables, para irme de allí, tirarme de bruces en ellas o salir corriendo. ¿Tendré dinero necesario para pagar la renta de agosto? ¿Mis amigos inteligentes son sólo petimetres con altos estudios o en verdad son inteligencias temibles? Hay que estar al tanto de la maldad que impera en nuestra circunstancia; ¿cuántos homicidios, fraudes, secuestros se cometen en nuestra delegación, ciudad o país? ¿Quién y para qué se está gastando el dinero de los impuestos públicos? Uno debe estar informado si podrá tener una erección en el momento de ser requerido, antes de comenzar a hacerse el interesante. Las mujeres deberían de aquilatar los daños que pueden causar vía sus flirteos. Y, por extensión o sustancia, sucede algo similar para la infinitud de géneros que existen entre ambas entidades. Deberíamos conocer las leyes con el propósito de no ser molestados o engañados por los delincuentes legales. Como dije antes, esta información es importante para sobrevivir y pasar esta vida sin tantos sobresaltos. Estar informado o conocer sus propios gustos es importante. Sin pena alguna elija una torta de queso de puerco, si la prefiere, a una de jamón serrano: adapte sus gustos a su economía. Mis amigos adinerados (son escasos) me han mostrado que un escritor pobre es un pobre escritor: no me incomoda. Y usted no se avergüence de jamás haber bebido un tinto Vega Sicilia. Todo eso vale poco: más bien hay que informarse para sobrevivir; eso justo.

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