Atento a las disputas que se expanden actualmente sobre los libros de texto en México, quisiera ayudar a mi comunidad escribiendo una columna de texto. Puede ser leída por niños o personas de toda edad que sean capaces de husmear o andar en el mundo sin demasiados prejuicios. Espero que mi aportación auxilie en algo a la diatriba del tema ya que, a diferencia de los libros escolares, mi columna puede ser leída en unos cuantos minutos y no se le impone a nadie, ya que no suelo aprovecharme de la debilidad o indefensión de las personas.
El requisito primordial es saber leer y escribir, obviamente, pero de ello pueden encargarse los padres, la literatura, la curiosidad e incluso los profesores escolares, puesto que existen algunos que podrían ayudar en este asunto de la educación. Se me ocurre que es esencial practicar el autodidactismo hasta donde encontremos límites insalvables y debamos acudir a otras instancias: habría que aprender por nuestra cuenta lo que otros han pensado pues no inventaremos algo que no se encuentre ya en el mundo o en la mente de otra persona. Mi experiencia me dice que uno debe aprender a desobedecer a cualquier autoridad que no nos convenza de sus intenciones pero que intente someternos a dogmas morales de cualquier clase. Un niño que no sabe desobedecer es caso perdido en el ámbito del conocimiento. Es evidente que mantener una seria desconfianza hacia cualquiera que les prometa un mundo mejor es necesario para hacerse de una educación que nos sirva para vivir sin tantos tormentos. Practicar el sexo lo antes posible ayudará a un conocimiento más esmerado del cuerpo humano y de quienes son diferentes a uno. “En una sociedad realmente libre lo importante sería el cultivo de las diferencias; aquello que nos distingue es aquello que nos une. Deberíamos concebir a la sociedad como una asociación de oposiciones complementarias”. Coincido abiertamente con esta cita de Octavio Paz y la incluyo aquí en mi columna de texto.
No permitan que se les obligue o empuje a formar parte de grupos o cofradías a las que ustedes no desean pertenecer. Utilicen los medios de comunicación y la tecnología a su personal medida y con el propósito de satisfacer sus propios deseos o necesidades. La ausencia de diálogo, la pobreza, los malos gobiernos y el poder oprimente de las corporaciones han erosionado la posibilidad de un futuro más amable, de manera que podemos despreocuparnos al respecto y atender a procurarnos una formación profunda, más libre de prejuicios y orientada al fortalecimiento de nuestra capacidad crítica. Si el ya mítico filósofo G. E. Moore concebía la ética como la investigación general acerca de lo bueno creo que es mejor tratar de definir primero qué cosa es o significa lo bueno antes de llevar a cabo acciones en su nombre. Nosotros decidimos qué nos conviene y para hacerlo se requiere de una educación crítica que nos considere seres humanos particulares y no elementos del engranaje de una maquinaria. Se me ocurre añadir una idea más: los otros son primero, siempre y cuando no nos causen daño o nos arruinen o ensucien nuestros días. ¿Por qué son primero? Porque el vecino forma parte esencial de la convivencia más o menos civilizada o no violenta. Por supuesto tienen que estar atentos a las injustas diferencias económicas y sociales las cuales son evidentes sin que nadie tenga que señalárselas todos los días. Estas mismas diferencias están allí para recibir una crítica eficaz e intentar resolverse, pese a saber que los constantes cambios que se dan en la tecnología no se dan en los terrenos de la convivencia humana. Es por eso que un poco de desobediencia esencial, autodidactismo, sexo, lectura y ampliación del mundo a través de la curiosidad, la crítica, o el arte no requieren de ninguna biblia educativa que sea impuesta, en todo caso siempre será menos funesto distribuir una guía sugerente.
Así termina mi columna de texto que espero ayude en algo a la formación de niños o adultos en esta ingrata comparecencia ante la vida.