¡Se han robado a un dinosaurio!”, es quizás una de las alarmas más extravagantes de las que haya sido yo testigo. Sucedió, me enteré, el miércoles pasado al consultar los periódicos en un jueves siguiente. Ante noticia semejante, la candidatura de Kamala Harris y la declinación del necio presidente y candidato a gobernar aquella tierra baldía y vanidosa se tornaron vacuas e insustanciales. ¡Un dinosaurio! ¡Un pterodáctilo!, sin importar gran cosa que este sea mecánico y destinado a cierta exhibición en el centro comercial Perisur, plaza en donde malgasté algunos días de mi torturada adolescencia. Quizás para el momento en que se publique esta columna, el dinosaurio haya sido recuperado, no por la policía, sino en todo caso por la pericia de un paleontólogo detectivesco o de una eminencia deductiva. Que ataquen y depreden a las mujeres mayores o inofensivas cuando acuden a un cajero automático, que las atraquen en el súper mercado o que las bandas criminales actúen a mansalva en detrimento de los caminantes urbanos, estos hechos se encuentran dentro de la nueva normalidad en las grandes ciudades, pero... un dinosaurio.
El acontecimiento que relato depositó de nuevo en mi memoria la anécdota que me contó un grupo de amigos cubanos en la década de los ochenta. Sucedió que una vez concluidos los Juegos Centroamericanos y del Caribe, realizados en Cuba hacia 1982, la mascota de la justa deportiva, un cocodrilo de mote Cuco, fue robada por dos amigos míos, omitiré sus nombres mas los recuerdo con mucho afecto, quienes la cocinaron al tiempo que organizaron un gran comilona dentro de la casa de uno de estos artistas. En aquellos tiempos la carne en Cuba se apreciaba mucho más de lo que ustedes intenten imaginarse. ¡Se comieron a la benemérita mascota de la contienda deportiva! No sé si tan sólo haya sido un relato picaresco, pero he preguntado a varios artistas de aquella época y todos coinciden en consolidar el mito. Ahora bien, esta anécdota podría ser banal o secundaria ante el robo de un gigante dinosaurio mecánico que los propietarios han valuado en dos millones de pesos. De cualquier manera en ambos casos (el robo de Cuco y del pterodáctilo artificial) el hambre se encuentra presente, o quizás sea sólo únicamente el morbo y el saurio se encuentre ahora decorando el jardín de un narcotraficante.
Hoy que el agua es tan apreciable me pregunto qué magnitud y clase de encanto poseen en la actualidad aquellas bestias del periodo Jurásico. Cuando culminé sexto año de primaria, amparado por calificaciones notables, le demandé a mi padre que me llevara al Museo del Chopo a contemplar la osamenta de los dinosaurios. Aceptó y la familia entera hizo el viaje al museo, todos instalados y expectantes dentro de aquel viejo Plymouth azul opaco; sin embargo, la mala fortuna dictó que aquellos anhelados huesos prehistóricos fueran trasladados a otro museo, en Chapultepec, donde logré observarlos muchos años después. No obstante aquel viaje malogrado, el tiempo de mi siguiente juventud fue poblado por dinosaurios políticos que sobrepasaban cualquier imaginación. Si me preguntan, espero que no, mi opinión acerca de la edad ideal para gobernar responderé todas las veces que algo así carece de importancia o gravedad. Es la capacidad para realizar funciones de manera buena y adecuada en el seno de los asuntos públicos, no las nuevas o viejas generaciones; se tengan treinta u ochenta años no es algo predominante o crucial a la hora de enfrentar los problemas sociales; en cambio sí lo es la honradez y el alcance de miras de las personas que actúan en nuestro nombre. Cada vez que observo una hoja cayendo desprendida de un árbol sólo veo un destino irrebatible y no lo considero un hecho malo o bueno en sí mismo. Tanto joven pazguato, tanto viejo malandrín que nublan el horizonte. No logramos conocer a los míticos dinosaurios de la era Mesozoica, aunque sí sufrimos el asedio de algunos saurios contemporáneos que, incluso, nadie desea robarse. Yo le deseo mucha suerte a la bestia mecánica extirpada en Perisur. No feneció a causa de un meteorito, sino porque hoy es posible hurtar cualquier clase de ser, alma o espíritu. Estoy intrigado y espero próximas noticias acerca de nuestro amigo.