El 10 de junio el Comité de Mercados Abiertos de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) informó los resultados de la reunión, correspondiente a su calendario regular, realizada en esa semana. Además de comunicar sus decisiones en materia de política monetaria, informó sus estimaciones económicas para el año en curso y los dos siguientes. Sobre el objetivo para la tasa de fondos federales acordó mantener el rango entre 0 y 0.25%.
De sus consideraciones se establece que en los meses siguientes no se prevén condiciones para modificar esta decisión. Igual de importante es su decisión de incrementar las tenencias por cuenta del banco central de valores del Tesoro y de títulos de deuda al ritmo actual o en su caso al que garantice una transmisión efectiva de política monetaria a condiciones financieras más amplias. En conjunto se mantiene la tasa de interés de referencia en niveles cercanos al cero por ciento y se refuerza el programa de compra de títulos de deuda pública y privada como medidas para estabilizar los mercados financieros.
A la fecha son más de diez años en que el banco central de Estados Unidos ejecuta una política con esas características. Un cambio se intentó en 2013, con una fuerte reacción negativa en los mercados financieros. No fue bien recibida la idea de dejar de comprar deuda privada. Posteriormente, los incrementos en la tasa de interés de referencia tuvieron que ser abandonados, apenas dos años después de haberlos reiniciado, a finales de 2018.
En 2019, cuando habían pasado casi nueve meses del anterior incremento, el FOMC decide una reducción en la tasa de interés de fondos federales. En ese año hay otras reducciones, dejando la tasa en un rango cercano al 1.5%. En 2020 se aplican las reducciones que la sitúan en el rango entre 0 y 0.25% desde el 3 de marzo, acompañado del programa de compra de títulos de deuda pública y privada.
El Banco de Inglaterra tiene un comportamiento semejante. En el caso del Banco Central Europeo (BCE) el punto de partida son tasas de interés de referencia en 0%, que mantiene desde hace años. Incluso resolvió incrementar desde septiembre de 2019 su programa de inyección de liquidez a dos años para ayudar a preservar unas condiciones de préstamo bancario favorables, según sostuvo. En los meses siguientes la inyección de recursos financieros se mantuvo y en el contexto de la pandemia decidió programas extraordinarios, que le permitían comprar títulos hasta por más de 700 mil millones de euros.
Hace unos días decidió incrementar la compra de títulos de deuda pública y privada por otros 600 mil millones, con el horizonte temporal de finales de 2021, para lograr, sostiene, una trasmisión suave de la política monetaria a toda la zona del euro. En los días siguientes se tienen previstas otras reuniones de los consejos directivos de otros importantes bancos centrales, que seguramente tomarán medidas semejantes, como ha sucedido en las semanas previas, todo para apuntalar a los bancos y a los sistemas financieros y a las propias bolsas de valores, en tanto es posible que con esas compras de valores algunos de los participantes en estos mercados logren mantener beneficios y encuentren los medios para continuar con la acción de hacer líquidos títulos y documentos que de otra forma no necesariamente tendrían mercados. Sin embargo, ello no modifica el comportamiento del conjunto de las actividades económicas.
Las estimaciones sobre el comportamiento del PIB y de la inversión en el resto de 2020, informadas por los propios bancos centrales al estar comunicando sus decisiones de política monetaria o en fechas recientes dan cuenta de una notable recesión. El BCE en su informe de Perspectivas de junio de 2020 considera una caída del PIB para los países de la zona del euro de 8.7%, con una disminución de la formación bruta de capital fijo de 15.5%. Una notable diferencia con lo estimado para el año actual en su informe de marzo.
La Reserva Federal también estima una importante reducción en 2020 del PIB en Estados Unidos, del orden de 6.5%, con una tasa de desempleo de 9.3%. Son estimaciones con reducciones notables, comparadas con las realizadas meses antes. Como también la de la OCDE, que en marzo aún consideraba un posible crecimiento de la economía mundial en el año en curso. En junio estima una reducción del PIB en la eurozona de 9.1%, en Estados Unidos de 7.3% y en Reino Unido de 11.5%. Lo que inquieto más que considera que ante un rebrote de la epidemia, la diferencia es una caída mayor cercana a 2%. En ese contexto, la economía mundial tendría una reducción del PIB en 2020 de 7.6%.
En conjunto, estas estimaciones se reflejaron en el comportamiento en la semana pasada de las principales bolsas de valores como reducciones importantes en sus índices. La inestabilidad financiera tampoco logra contenerse, con cambios notables en las cotizaciones de las monedas y desplazamientos significativos de capitales, en particular de las denominadas economías de mercados emergentes. El sube y baja con pocos ganadores no se detiene.
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