La pandemia de Covid-19 sigue constituyendo una emergencia de salud pública de importancia internacional, es la más reciente declaración del Comité de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Es una definición que contempla las dificultades para enfrentar la pandemia. Hay nuevas variantes del virus que se están transmitiendo con mayor eficacia. Pero también, contar con un cierto número de vacunas producidas que son propiedad de diversas empresas no se traduce en hacer posible su aplicación en plazos relativamente cortos al conjunto de la población mundial.
El Comité de Emergencias de la OMS señala que hasta la fecha es necesaria una mayor colaboración científica para atender temas como la evolución de la pandemia, los cambios observados en las variantes del virus y los datos alcanzados para enfrentar la enfermedad y los resultados de las vacunas. Incluso, es imprescindible considerar transferencias de tecnología y colaboración entre empresas para incrementar significativamente la capacidad mundial de producción del antígeno.
La distribución de las vacunas reproduce con mayor fuerza la desigualdad que organiza muy diversos aspectos de la economía mundial y las relaciones asimétricas entre los países. Hay una enorme concentración de las vacunas producidas hasta el momento en un reducido grupo de países. Las investigaciones realizadas, los diversos ensayos y la producción de las vacunas se benefició en diversa medida de recursos públicos. Pero también, la producción de la vacuna es parte de las disputas comerciales, de inversión y políticas entre compañías y gobiernos.
La iniciativa más amplia que considera imprescindible avanzar hacia la vacunación en el conjunto de la población, la iniciativa COVAX, está sujeta a las reglas actuales del mercado. Es el resultado de una asociación público-privadas (GAVI), una sociedad que patrocina el rápido desarrollo de vacunas (CEPI) y la propia OMS. Los gobiernos participan en la iniciativa COVAX y se estima que en conjunto se logrará una mejor negociación con los fabricantes de vacunas.
Sin embargo, COVAX no garantiza la vacunación para un amplio grupo de personas en los países menos desarrollados. El gobierno de México formalizó su participación en el mecanismo y realizó el pago respectivo, pero también está llevando a cabo otras negociaciones con gobiernos y empresas para contar con vacunas.
Ello es un ejemplo de la notable desigualdad con la que operan estos mercados, dando cuenta del largo camino que aún debe recorrerse para controlar la pandemia. Estados Unidos se incorporó recientemente al mecanismo de COVAX. Es una de las decisiones de la nueva administración. Pero mantiene su política de hacerse por medios propios de las vacunas que necesite utilizar, siempre en el menor tiempo posible.
La forma en que se está afrontando la pandemia reproduce gran parte de los mecanismos de mercado y las reglas con la que han estado operando las economías en los años previos. La profunda y relevante cooperación internacional para enfrentar el Covid-19 es la gran ausente. En la reciente reunión del G7, con la definición del gobierno de Estados Unidos que está de regreso al escenario del multilateralismo, se reconoce la necesidad de dar una respuesta global para resolver la pandemia.
Hay el compromiso de trabajar juntos con la OMS para acelerar el desarrollo y la producción de las vacunas. Se estable un compromiso financiero por 4 mil millones de dólares para programas de apoyo a la vacunación en los países en desarrollo. Sin embargo, no hay otras definiciones. No se señalan líneas específicas para la cooperación en la materia, buscando identificar costos y formas para hacer posible la vacunación en el menor tiempo posible en el conjunto de países.
Los países han visto afectadas sus economías de manera desigual. En algunos la caída del producto interno bruto ha sido mucho mayor. El tiempo que tomará la recuperación no es cierto a la fecha. Pero, lo más grave es que no se trata de una simple interrupción en economías que tenían un buen desempeño. En muchos países la característico en los años previos es un débil crecimiento del PIB, con una desigualdad social que no deja de aumentar.
Durante el tiempo de la pandemia los ingresos y ganancias de unos cuantos se siguen incrementando, constituyéndose ese hecho en una dificultad mayor para alcanzar crecimiento económico y bienestar para la población. Frente a esto es grave que la propia pandemia se afronta reproduciendo la normalidad de los mecanismos de mercado, con la normalidad de la concentración de los beneficios para unos cuantos que le acompaña.
Departamento de Economía, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa
Twitter: @GregorioVidalB