El 7 de octubre pasado aparecieron en los principales diarios y noticias de internet, los comentarios del Director Gerente del Banco Internacional de Pagos (BIS), Dr. Agustín Carstens, sobre una esperada “ola de bancarrotas” en algunas empresas a nivel mundial.

Sin embargo, ¡a nosotros nos preocupa México, no! ¿Qué puede pasar en nuestro país y qué hacer para evitarlo o minimizarlo?

Ahora que estamos en pandemia, y que de seguro ya habrán visto cientos de videos médicos, pues parece que le hacemos más caso al internet que a nuestro propio médico, intentaré explicar las palabras del Dr. Carstens con un símil del cuerpo humano.

Imaginen ustedes que una empresa es una persona, y si esta persona se hace un “checkup” anual para ver cómo anda su cuerpo de forma general, buena pues, eso es básicamente el Balance General de una empresa, te dice cómo está la empresa financieramente en un momento dado del tiempo.

Siguiendo con el símil, un Estado de Resultados vendría siendo las visitas frecuentes con el doctor para ver síntomas generales, dolencias, problemas digestivos, menstruales, resfríos, etc., en fin, un análisis de su día con día para determinar qué proyección pueda esperar el galeno de su salud y tomar acciones de momento.

Más aún, un Estado de Flujo de Efectivo (Cash Flow) sería como el oxímetro, que mide la saturación de oxígeno en sangre, y la situación de sus pulmones para retenerlo. El efectivo en una empresa es como el oxígeno para una persona, vital para la vida. Pues sin él, dicho paciente o empresa se asfixia y muere. Pues bien, es precisamente el efectivo, u oxígeno, es el tema en cuestión para explicar la perspectiva del Dr. Carstens.

Toda empresa tiene este flujo de efectivo y se compone de: Un ingreso de efectivo principalmente por medio de las ventas, aunque puede ser por préstamos (la entrada), que sirve para enfrentar los gastos operativos y deudas (la salida).

Todos aceptamos que dicho flujo debiese de cumplir el precepto de que, la entrada sea mayor que la salida. No sólo en un período de un año, sino casi a diario, pues cuando se requiere un pago urgente, como la luz, la renta o la nómina, ahí debe estar ese dinero para enfrentarlos.

Con esto dicho, ahora veremos cómo esta pandemia, pero en especial el “confinamiento” o “lock-down” como se le dice en inglés, ha venido a dislocar el curso normal de dicho flujo. Pues al parar, casi en seco, las ventas de muchas empresas denominadas “no esenciales” sé ocasionó que, el delicado balance entre entradas y salidas de efectivo se viera muy afectado. Y su inmediata consecuencia fue una asfixia por falta de entradas de efectivo de muchas empresas.

Algunas empresas han podido maniobrar dicha tormenta, haciendo uso de sus reservas o renegociación de rentas y préstamos, despido de personal, o no pagando a proveedores. Sin embargo, esto es un paliativo temporal, digamos un “paracetamol” para bajar la fiebre en nuestro símil del cuerpo humano, pero no cura la enfermedad. Todo este esfuerzo fue realizado (y lo sigue siendo todavía) con la esperanza de “dar oxígeno o efectivo” a la empresa mientras venga la esperada reactivación del mercado. Pero, desgraciadamente para muchas empresas, cuyos balances de efectivo estaban al límite, dichas acciones nos fueron suficientes y desaparecieron. Otras que, si bien están manejando el vendaval, sólo pasarán el fatal descenso a unos meses más en el futuro.

Para ejemplificar esto, y solo en un sector del área metropolitana de Monterrey, se estima que el cierre definitivo de restaurantes fue mayor al 20% entre abril y julio del 2020. Esto representa un gran número de rentas, empleos, compras de materiales, luz, gas, impuestos, etc. que dejaron de fluir.

Ahora bien, ¿qué pasa con las empresas que sí pudieron sortear esta primera ola gigante de la tormenta y seguir más o menos de pie? Pues quedaron muy dañadas en sus flujos de efectivo y siguen a la espera de la reactivación económica. ¿Es posible que llegue dicha reactivación? ¿Qué tan pronto vendrá? ¿Con qué fuerza vendrá? Pues desgraciadamente la respuesta depende de muchos factores, digamos un alineamiento de las estrellas, pero hay uno central, que es el apoyo directo del gobierno federal.

Todos los países del mundo, de alguna manera, han implementado ya paquetes de estímulo para sus empresas, pues reconocen que la salud de sus economías depende de la salud de sus empresas. Pero en México, el paquete de estímulos es uno de los más bajos a nivel mundial, casi diminuto, en comparación a otros países. Mientras que, en Japón, su estímulo fue del 27.7% del PIB, en EUA del 13.2%, Brasil del 11.8%, y Alemania del 8.9%, en nuestro querido México solo fue del 0.7%. ¡Por eso dije diminuto!

¿Por qué fue (o ha sido) tan pequeño? Pues porque nuestro gobierno estima que las empresas sé deben salvar solas, por lo tanto, su enfoque es hacia los proyectos denominados “prioritarios” por la 4T, como la Refinería de Dos Bocas (o debería decir “plataforma submarina”), el Tren Maya, y el Aeropuerto de Santa Lucía (que hoy por hoy no se requiere por la baja brutal de los vuelos por la pandemia). Por eso no puede plantear ni operar un salvamento mayor a las empresas. Algunos dirían, pero ¿qué hay de los “Programas del Bienestar? Pues bien, estos programas si bien otorgan dinero a muchas familias, esto se gasta en consumo básico en el mejor de los casos, y aún así no son suficientes para reencausar el consumo privado.

Retomando los comentarios del Dr. Carstens, él ve algo aún más serio y de efectos nuevos en el mediano y largo plazo a nivel global. Él ve un cambio de paradigma en las formas de hacer negocios, adicional a los problemas de reactivación del mercado. El Dr. Carstens dice que esta pandemia nos alterará los hábitos de consumo y vida, que indudablemente afectarán muchas cadenas de valor. Ni siquiera pregunto si estamos preparados para ello, ¡definitivamente no! Pues nos adentramos en territorio inhóspito o desconocido.

Entonces, ¿Qué podemos esperar? ¿Cómo debemos prepararnos? ¿Quién definitivamente cerrará sus puertas?, y “no” solo como producto de la pandemia, sino de sus secuelas. Pues vaya que si requerimos un impulso grande a la actividad económica. Y este puede venir de nuestro sector externo, las exportaciones, las cuales han probado ser un motor fuerte del crecimiento económico. Este motor también requiere de la Inversión Extranjera Directa (IED), la cual está deseosa de aprovechar el nuevo tratado con EUA Y Canadá (T-MEC), así como el impulso al mercado norteamericano que vendrá de un segundo paquete de estímulos directos a la economía norteamericana. ¡Tenemos que aprovechar ese tren que ya está arrancando para subirnos a él! Pero si metemos trabas a su desarrollo, como La cancelación de la cervecera Constellation Brands, la cancelación de las rondas petroleras, la negativa a energías limpias, lo difícil que pusieron el adherirse al Programa IMMEX, el requisito de cumplimiento de la NOM para productos intermedios de exportación, y un largo etc. ¡solo nos estamos dando un balazo en el pie!

Para colmo, y no los quiero alarmar, pero tenemos frente a nosotros una nueva amenaza potencial, el virus “A H5N1”, que es una nueva sepa de la gripe aviar, que si bien, por el momento solo ha probado su contagio de aves a humanos (no de humano a humano), en cualquier momento puede mutar, y vaya que mutar para los virus es como respirar para nosotros, se puede convertir en un patógeno altamente contagioso y letal. ¿Estamos preparados?

Entonces, las medidas sanitarias están aquí para quedarse. ¡ya no hablamos de volver a la normalidad! La nueva normalidad será diferente y no sabemos en qué forma. Podemos hacer escenarios posibles, pero sería tanto como explicarle a una persona del 1900, que pronto los autos cambiarían la vida de la gente. Y si nosotros, y nuestros gobiernos, no estamos preparados, lo pagaremos muy caro, “en más de una forma”.


Consultor en Comercio Internacional e Inversión Extranjera con más de 40 años de trayectoria en los sectores privado y público y fue Subsecretario de Energía en Nuevo León. 

Google News

TEMAS RELACIONADOS