Varios medios de circulación nacional han mencionado la “salida de capitales” de México como un síntoma de lo mal que está la economía. Y también lo asocian a las “malas” decisiones del gobierno actual. Pero ¿es esto cierto? Y de no serlo, ¿existen otra, u otras, causas para tal salida?

Según el Manual de Balanza de Pagos de Fondo Monetario Internacional (MBP6 FMI), la inversión de cartera se define como las transacciones y posiciones transfronterizas que implican títulos de deuda o de participación en el capital, distintos de los incluidos en la inversión directa o los activos de reserva. A nivel mundial, pero en particular en México, dichos flujos monetarios, se vieron potenciados desde principios de este siglo, incluso desde la década de los noventa del siglo pasado. Los factores que más contribuyeron a esta dinamización fueron: la liberalización de los sistemas financieros; la eliminación de las barreras para el movimiento de capitales en países desarrollados y subdesarrollados; la remoción de restricciones para la participación de extranjeros en los mercados locales de deuda y acciones; las privatizaciones; el fortalecimiento y ampliación de las bolsas de valores; y los avances en las telecomunicaciones.

Para el caso de México, también contribuyó la independencia del Banco de México, el control de la inflación, la estrategia de fijación de tasas de interés y la estabilidad del sistema bancario.

Ahora bien, por qué invierten en países como México, o más generalmente ¿Cuáles son los detonantes de la inversión en cartera en los diversos países del mundo? De estos podemos enumerar varios factores, pero hay 3 elementos básicos a saber; los rendimientos, la seguridad y la convertibilidad.

El rendimiento de la inversión es el retorno que se obtiene por vía de los intereses, por descuentos en la compra de los títulos de valor, o bien por sobreprecio en su venta. Acciones, bonos, y títulos de deuda, son los más conocidos, pero existen cada vez más, y muy imaginativos. En este sentido, México participa en un gran “escaparte” global, junto con otros países en la atracción de capitales. Aquí el incentivo es la tasa de interés o rendimiento, entre más alto, mejor. En este sentido, México es un país relativamente atractivo, pero con ciertas perspectivas negativas últimamente.

La seguridad es el segundo factor para considerar, y tiene que ver con la posibilidad de que el gobierno entre en impago y todo el sistema de pagos de sus bonos (y en general su economía) se ponga en entredicho. Aquí, México tiene una calificación “BBB” según Standard & Poors (S&P), con una probabilidad de impago (PI) del 1.58%. Si lo comparamos con Brasil con calificación “BB-“ y un IP del 2.97%, o bien Turquía con una calificación “B+” y un IP del 6.21%, ¡pues no estamos tan mal! Sin embargo, las perspectivas son hacia un deterioro, por varias razones, entre ellas la estratosférica deuda de PEMEX y su fuerte liga financiera al erario, así como algunos problemas de percepción por parte de los inversionistas sobre el “actuar” del gobierno en materia presupuestal.

Finalmente, está el tema de la convertibilidad. Esto significa que, si invierto en la moneda local, y traigo mis dólares y los convierto a pesos, el día de mañana puedo convertirla de nuevo a otra divisa sin ninguna restricción. Es aquí donde México, y su buena libertad de circulación monetaria, y la libre flotación del peso frente a las demás divisas, permite una favorable evaluación por parte de los inversionistas, pues hay pocos países en desarrollo que mantienen la independencia de su Banco Central, la apertura financiera y un sistema de libre flotación.

Pero esta condición es parte de lo que yo llamo los “cuatro jinetes del apocalipsis”, que son: la libre flotación de la moneda, las tasas internas de interés, el libre movimiento de capitales y la inflación. Lidiar con estos cuatro jinetes y mantener una economía estable es casi un acto circense. Más aún, si las políticas gubernamentales mueven el tapete y alborotan a alguno de estos “jinetes” todo el tinglado cae como castillo de naipes.

A la economía mexicana, NO le cayó como anillo al dedo los estragos de la pandemia del Covid-19, más bien fue como una serpiente que alborotó a los caballos de los jinetes, y nos metió en serios problemas, no por nada ya vamos en el tercer secretario de Hacienda en menos de 3 años, y lo que veremos queridos “boes”.

Entonces, respondiendo a la pregunta original de ¿si están huyendo los capitales de México?, pues los más de $200 mil millones de pesos que este año solamente han salido ya demuestra que hay un temor en el ambiente y si están saliendo. Y la pregunta es ¿por qué? Y la respuesta es que existe una mayor aversión al riego entre los inversionistas, y las tasas México ya no son tan atractivas bajo estas condiciones. Entonces ¡si han salido capitales ya de forma algo preocupante!

Pero, por otra parte, seguimos con valores fuertes de inversión extranjera directa, enormes ingresos en dólares por exportaciones, y grandes cantidades de remeses de nuestros connacionales en el extranjero. Lo que mantiene el tipo de cambio estable, y tiene un efecto real en la economía interna. Sin embargo, si el gobierno continúa con sus políticas públicas erráticas, y programas que no tienen sustento y solo están llenas de buenas intenciones, la cosa se puede poner fea, ¡muy fea y muy pronto!

Decía mi madre, “Cuídate mi hijo de las buenas intenciones, y de los que las ofrecen, pues de ellas está tapizado el camino al infierno”.

Consultor en Comercio Internacional e Inversión Extranjera, con más de 40 años de trayectoria en los sectores privado y público.

gc@nais.mx gcanales33@hotmail.com 

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