Recientemente el Sr. Donald Trump mencionó en uno de sus discursos, frente a sus seguidores, de que no permitiría que entraran al mercado de ese país autos chinos. Esto incluyendo, o denunciando, a grandes empresas chinas de automotores que estaban pensando poner plantas de producción en México.
Pero semanas antes, y en otro de sus mítines, mencionó que, si los fabricantes chinos de autos querían vender en EUA, tendrían que poner sus plantas en el propio EUA y no en México. Entonces, ¿dónde verdaderamente estamos en este tema?
La industria automotriz es una de las más reguladas a nivel mundial por considerarse estratégica, y de un impacto fuerte a los consumidores pues si bien no son bienes inmuebles, si son uno de los bienes que requieren más inversión de capital para una familia o persona.
Por otra parte, un vehículo que no frena propiamente, o que se vuelca en una curva, o peor aún que la seguridad de sus pasajeros está en riego en un choque, representa un riego que ningún gobierno quiere tener en sus espaldas fuente al reclamo de los consumidores.
Más aún, si dicho vehículo contamina más que lo permitido debido a una mala tecnología, o a un bajo “performance” en la quema del combustible, el costo social de dejar circular dichos vehículos tendría un impacto nocivo en el medio ambiente.
En la otra parte de la ecuación están los propios consumidores, que reclaman autos mejores, innovadores y a precios más bajos. Algo que al parecer los fabricantes chinos han dominado de buena manera, o al menos mejor que sus contrapartes occidentales. Entonces, ¿qué hacer?
En EUA todos los fabricantes e importadores de vehículos de pasajeros tiene que cumplir con una serie de certificaciones y estándares que para efectos de simplicidad los agruparemos en 2: los relacionados con la contaminación por la quema de combustible (EPA), y los relacionados con la seguridad en el camino y su “performance” en vías públicas (DOT).
El primero es una prueba de laboratorio en donde se mide con precisión la composición química de la quema de carburantes en un vehículo. Este es relativamente fácil de pasar, pues con la correcta tecnología de combustión, la evaluación química puedes ser bastante exacta.
Pero el segundo, involucra una serie de pruebas, destructivas y no-destructivas, donde se requiere no sólo la evaluación y comportamiento físico del vehículo, sino que dicha evaluación viene de un especialista, o sea una persona que juzga si el vehículo se comportó a la altura de los estándares.
Es en esta prueba, donde los autos chinos no han podido pasar el examen, y llevan intentándolo casi 10 años ya. De hecho, la empresa Great Wall invirtió varios millones de dólares en ello. ¿Será esta “no conformidad” debida a que el vehículo no cumple con los estándares mínimos requeridos, o será porque los evaluadores tienen la consigna de que no los aprueben?
La verdad, yo no tengo la respuesta, pero el hecho es que dichos vehículos fabricados en China no han pasado las pruebas del DOT, y por lo tanto no se pueden vender libremente en los EUA.
EUA es unos de los mercados de autos más grandes del mundo, solo después de China. Esto es un gran atractivo para los fabricantes chinos que ven en América un próspero mercado, ahora que su propio mercado está con algunos problemas.
Entonces, ¿Tiene razón el Sr. Trump en decir que se preparan “grandes” inversiones de dichas armadoras de vehículos chinos en México para “inundar” su mercado con autos de mala calidad o de precio bajo? La verdad, no parece plausible por el momento, pues dichas armadoras primero tendrían que pasar los controles de conformidad y los estándares del DOT.
Pero, ¿Qué hay de las autopartes? ¿Pueden las autopartes fabricadas por empresas chinas instaladas en México penetrar al mercado estadounidense? De nuevo, ciertos estándares deben de cumplir, y desde luego el denominado “contendido regional” estipulado en el Tratado de Libre Comercio de America del Norte (T-MEC), pero ésta parece una posibilidad más real e inmediata. Más aún, no olviden que no solo existe el mercado de equipo original, sin que también está el mercado secundario de refacciones (After-Market), el cual es bastante lucrativo.
Qué hay de nuestro mercado mexicano, ¿Pueden las empresas chinas incursionar de manera exitosa en este mercado? La verdad si, y de hecho ya lo están haciendo. Entre importaciones de autos completos chinos y aquellos semi desensamblados que ya se venden en México, su participación de mercado ha pasado, en unos cuantos años, de menos de 1% a casi el 10% del mercado, o sea unos 135,000 vehículos vendidos en el 2023.
El establecimiento de plantas armadoras chinas, de verdadera producción y no solo de ensamble final, puedes suceder en este mismo año o en el próximo. Con lo cual, nos queda una pregunta: ¿Cuál será la reacción de los fabricantes ya establecidos en México sobre esta posible incursión, considerando que los más importantes de ellos son norteamericanos? ¿Tomarán acción sobre el contenido local de dicha fabricación, o se continuará solo con el ensamble final del vehículo? Estas y otras preguntas las retomaré en mi próximo artículo. Por el momento agradezco su interés.
Consultor en Comercio Internacional e Inversión Extranjera, con más de 40 años de trayectoria en los sectores privado y público. gcanales33@hotmail.com