Haber crecido con tu más grande ídolo es algo que no todos tienen la suerte de vivir. Haber tenido a mi héroe en casa es una de las cosas por las cuales estoy eternamente agradecido con la vida. Mi hermana, Gaby, fue una niña que no paraba de brincar de emoción por la gimnasia y el golf; jugaba horas con mi hermano Fernando y conmigo, siempre con una competencia sana y divertida. Ahora, tres veces campeona en la LPGA, compitiendo en campeonatos mayores ante las mejores jugadoras del mundo, y a un año de convertirse en una tres veces atleta olímpica para México, es algo surreal y todo un orgullo.

Como hermano y aficionado de los deportes, es un privilegio ver y aprender de ella. Enseñándonos que los sueños sí se cumplen, siempre teniendo en el corazón las cosas realmente importantes.

Verla ser un ejemplo de dejar de escuchar el poco animado “Sí se puede” y decir “Creo en mí, agárrense”, es algo sumamente divertido para mí. Me recuerda a la niña que se aventaba en todos los juegos de la infancia contra sus hermanos. Tuve el privilegio de ver a esa guerrera crecer, y siempre será mi mayor fuente de inspiración.

Creo que el gran acierto de nuestros padres fue nunca obligarnos a jugar. No se preocuparon mucho de nuestros malos momentos, sino que con ánimos nos invitaron a divertirnos con nuestros amigos, encima de todas las cosas. Supieron hacer el juego divertido, sin llevarnos al estrés de sentir su aprobación de nuestros resultados para realmente pasarla bien.

Claro que, además del gran ambiente que crearon nuestros padres, a mi hermana se le veía que tenía “eso” que no se enseña. Una mirada de resiliencia sobresaliente para aprender de sus malas rachas. Siempre tuvo la humildad de querer aprender de un equipo de trabajo, el cual fue creando con el tiempo.

Tener un héroe en casa es algo que me motiva todos los días. Poder presenciar el impacto que tiene con las niñas de las nuevas generaciones, que sueñan lo que mi hermana soñó, es algo que se quedará en mi memoria para siempre. Y creo que ese es su verdadero éxito, tener presente que son los niños a quienes hay que sacarles una sonrisa. Por eso y mucho más, Gaby es mi ejemplo en vida de que con amor y un sueño, todo es posible.

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