El pasado 22 de julio, la Cámara de Diputados aprobó la designación de los nuevos cuatro consejeros del INE. Lo hizo en medio de semanas de intensa discusión, descalificaciones y, sobre todo, claroscuros del proceso de selección.

Celebramos que, en medio de la pandemia y de tres meses que el INE trabajará incompleto, ya hay una Institución lista para comenzar el proceso electoral 2020-2021. Con ello, se podrán integrar correctamente las comisiones, así como hacer los cambios en las presidencias de estas que ya debieron ocurrir. Ya no se escuchará que se debe esperar a quienes lleguen para seguir con los trabajos de la Institución. Enhorabuena.

Destaca que, si bien hubo discusión previó al acuerdo, se demostró civilidad, capacidad de diálogo, institucionalidad y respeto al Estado de Derecho. Esto pese a los múltiples intentos por denostar el trabajo hecho por la mayoría del Comité de Evaluación y por los esfuerzos de los legisladores y sus dirigentes en la Cámara de Diputados. Bien ahí.

El resultado fue bueno. Sin embargo, el proceso de 2020 nos deja claro que aún podemos mejorar. La pregunta es: ¿Cómo?

Podríamos comenzar por los criterios y métodos para elegir a los miembros del Comité Técnico de Evaluación. Contra toda lógica fuimos testigos de tres formas diferentes de elección. El INAI, la CNDH y la Cámara de Diputados optaron todos por un camino diferente. Destaca el caso de la CNDH, donde sin argumentos, razones o justificaciones hicieron sus nombramientos. Llegaron a proponer nombres sin consultarlo con los involucrados. Y, sin aprender de su error, propusieron nuevamente sin consentimiento. Una de las integrantes señaló lo siguiente: “que mi designación había sido una sorpresa, no calculada”.

Sin denostar a quienes han desempeñado esa función, debe mejorar la designación. Es vital que sea bajo escrutinio público y argumentando las razones y justificaciones para proponerlos, así como el consenso con ellos. Nombrar a alguien que tiene interés en participar puede mermar o potencialice su legítima aspiración.

Asimismo, se necesita potencializar la transparencia del trabajo del Comité. Se escapó la posibilidad de seguir en vivo las comparecencias de los aspirantes ante dicho órgano colegiado y de las reuniones entre los miembros. Así nos hubiéramos enterado de cuando se salió uno de los integrantes en la reunión para hacer las quintetas y las razones de por qué lo hizo, incluso, saber cómo votó para no dejarlo a la especulación.

No obstante, es de reconocer que subieron con posterioridad a internet las entrevistas. Aunque hubiera sido mejor que se transmitieran en vivo.

Respecto de las quintetas se debe decir que, en ninguna parte se establece que quienes obtengan las mejores calificaciones estén automáticamente en ellas. Es facultad del Comité establecer quienes, a su criterio, cumplen con el perfil para ser incluidos.

Además, se exhibió la necesidad de regular comportamientos de los miembros del Comité. Un miembro no debe acusar, ni descalificar a quienes integrar las quintetas, automáticamente los pone en desventaja No es mermar sus libertades, es respetar el cargo al que accedieron en el colegiado y cuidar a los aspirantes.

Vimos cómo se atacó sin piedad a muchos aspirantes tanto en redes sociales como en internet. Hubo señalamientos que pudieran verse, incluso, como violencia política en razones de género en contra de las mujeres, al invisibilizar sus trayectorias, méritos y capacidades para ser consejeras. Atestiguamos, también, como ser asesor o funcionario electoral puede ser obstáculo para acceder al cargo, pese a que dicho cargo no es quien toma la decisión, despreciando así la trayectoria de quienes han buscado la profesionalización en la materia.

No hay tiempo de adaptación. Llegan a incorporarse a una maquinaria en marcha, a la cual deberán adaptarse pronto. Quienes llegan son arropados por una Institución fuerte y con mucha experiencia que está lista para los retos que deparé el 2021.

Abogado en temas de comunicación política. Funcionario del Instituto Nacional Electoral.

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