El próximo 29 de febrero el Consejo General del INE aprobará o no el registro de las candidaturas a cargos federales. Con esta decisión se dará por concluido el periodo conocido como intercampañas. Al día siguiente, darán inicio las campañas electorales.
Con ello termina un periodo de tiempo en que las reglas se rompen, los políticos actúan como quieren y se inventan etapas fuera de la ley, la cual, por cierto, ha sido más que rebasada por los hechos.
En los últimos meses, hemos sido testigos de una falacia en la que se han simulado procesos internos, precampañas y, ahora, estamos frente a un periodo de silencio en dónde las precandidaturas no pueden hacer llamados expresos a votar. Es decir, un proceso dónde pueden hablar, pero no pedir el voto.
¡Contra toda lógica política y electoral!
Los recientes procesos electorales han demostrado que existen periodos de tiempo dentro del proceso electoral que simplemente ya no deberían existir: las precampañas y las intercampañas.
Estos tiempos ya están agotados. Se encuentran fuera de la forma de hacer elecciones y como los políticos hacen campañas. Pero, analicemos uno a uno de estos problemas.
Las precampañas deben entenderse como las elecciones internas de los partidos -en Estados Unidas las llaman “primarias”-. Es el periodo dónde eligen a quienes serán sus personas candidatas y agotan sus métodos internos para elegirlos.
No obstante, desde las elecciones de 2018, estás se encuentran en desuso, puesto que se dio paso a las precandidaturas únicas. Las cuales, por cierto, deberían existir sin prerrogativas, puesto que ya no existe una contienda interna. Tenerlas promocionándose durante este tiempo es sólo una extensión de las campañas, lo que se potencia si se tratan de posibles coaliciones, por qué la exposición mediática se duplica o triplica.
En 2023, fuimos testigos de procesos políticos internos -pre precampañas- que simplemente adelantaron los tiempos electorales o, en el peor de los escenarios, simularon ser otras precampañas. Al final tuvimos nuevamente precampañas únicas.
Lo único cierto es que la reforma inminente deberá hacerse cargo de reducir los plazos de las precampañas para permitir los procesos políticos y, además, incluir reglas de propaganda electoral y política, así como establecer todo el marco legal en materia de fiscalización de recursos y detección de los mismo en caso de procedencia ilícita o desvío de recursos.
Por otro lado, está el segundo problema importante: “las intercampañas”. Otro absurdo de ley, puesto que han concluido las precampañas y se prevé un periodo de tiempo de 40 días dónde se tiene que solicitar el registro y, a su vez, decir sí procede o no. Sin embargo, aquellos ya electos como candidatos se encuentran imposibilitados de solicitar el voto a su favor ¡incongruente!
Este periodo de tiempo se tiene que reducir. No puede durar tanto tiempo. Un periodo de 15 días en elecciones intermedias y uno de 21 días en elecciones concurrente sería suficiente.
En la normativa no se puede hacer un llamado al voto, en la práctica ello ocurre. Para muestra están los mensajes que se dieron por parte de las candidaturas presidenciales cuando solicitaron su registro ante el INE, expresamente no dijeron voten por mí, pero todo el mensaje era alusivo a ello.
Un completo absurdo. Lo adecuado sería permitir con ciertas reglas y restricciones que no vulneren las bases del modelo de comunicación política establecido en la Constitución.
La reforma urge.