El 5 de diciembre Juan Pablo Adame Alemán exhaló su último suspiro, aunque ese mismo día siguió vivo: el Senado le rindió un justo homenaje con un minuto de aplausos. Juan Pablo fue una parte fundamental del Grupo Parlamentario del PAN en el Senado, fue también un líder juvenil inspirador, diputado federal comprometido hijo y padre de familia amoroso; pero su influencia fue mucho más allá del trabajo legislativo.

Su último mensaje revela que, lo que usualmente consideramos ordinario y normal, es en nuestras vidas extraordinario y excepcional: poder despertarse todos los días, caminar, respirar e incluso beber un simple vaso de agua: “hoy valoro lo simple y lo cotidiano como algo extraordinario y te invito a hacer lo mismo, a que no des por sentadas las cosas que haces cada día; te invito a que encuentres en cada acción lo maravilloso que es la vida y el regalo que significa disfrutar todos los pequeños detalles.”

Decía Juan Pablo: “Ver el vaso lleno, tomarlo y pasarlo por tu boca, sentir cómo se activan tus papilas de inicio a fin, que el agua pase por tu garganta y dejar de tener sed; una sensación única, un placer tan grande. Llevo más de un mes sin poder gozar de ese vaso de agua fría, mi cuerpo se ha ido deteriorando y por la enfermedad he perdido gustos tan simples y básicos como el tomar un buen vaso de agua fría”.

Senador por un día, pudo presentar proyectos legislativos que nos sensibilizan acerca de los riesgos del más brutal enemigo silencioso que hayamos conocido: el cáncer. Nos convocó a apreciar lo que realmente tiene valor en esta vida, más allá de lo material que vale nada y que siempre tiene precio. En sus palabras pronunciadas el 6 de septiembre nos invitó a la entrega y a la generosidad: “no tengan miedo al compromiso ni pierdan al amor de su vida por ser demasiado calculadores o querer planear perfectamente el futuro”.

Su demanda de regresar a la auténtica política es, sin duda, el núcleo de su mensaje. En el contexto de un enrarecido ambiente público, en el que apetitos y vanidades se enseñorean todos los días, nos llamó a recuperar la política con mayúscula, aquella por la que vale la pena vivir, e incluso morir: “me trato de alejar de toda lógica política, en la cual se vea solo al poder por el poder mismo… El poder es para servir y servir a los demás, servir al bien común, pero me atrevo ante ustedes a poner el servicio al prójimo como el motor de la buena política”.

La revelación de la trascendental importancia que tiene la política es lo que nos debería de llevar a abandonar la lucha descarnada por el poder y el imperativo de conservar el poder a toda costa. La política es una obra de elevación humana, una tarea colectiva de salvación interpersonal, que la convierte en la actividad más noble y espiritual de cuantas conocemos.

Juan Pablo supo, con plena consciencia, que las personas tenemos una misión trascendente que cumplir y que esta misión no tiene como objetivo la realización de proyectos personales o la imposición de una agenda propia sobre las demás personas para lograr la felicidad exclusivamente individual. No. La vida tiene otra finalidad superior, de donación, altruismo, solidaridad y entrega: “Sé que estoy aquí para entregarme en cuerpo y alma en la búsqueda de mi salvación a través del amor incondicional hacia los demás, empezando por mi esposa y mis tres hijos, honrando a mis padres y dando gracias y aprovechando cada segundo sano en mis actividades y cada segundo en las personas que me hagan bien y que yo pueda hacerles el bien”.

Las palabras pronunciadas por el senador Adame deberán resonar con fuerza en nuestros corazones, porque son un llamado a edificar un mundo cada vez más humano, una política cada vez más elevada, convertida en servicio desinteresado y un amor que, como personas, debería expandirse para abarcar todo lo humano en un inmenso abrazo fraterno y amoroso.

Como dijo Juan Pablo: “En mi ignorancia sobre el futuro, sé que estoy aquí para amar más al prójimo, para hacer el mayor bien posible cada día de mi vida, para aprovechar cada oportunidad mientras respiro y para desarrollar mis talentos al servicio de la sociedad”. Descansa en paz Juan Pablo, que tu obra, tu legado y tus palabras perduren por siempre.

Senadora por Baja California.

Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte.

@GinaCruzBC

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