La Guerra entre Israel y Gaza ha desnudado, una vez más, la errática política exterior del gobierno mexicano. La guerra agarró mal parado al gabinete, con una canciller recién incorporada, cuyos dichos iniciales fueron contradichos por el presidente. El 7 de octubre la Canciller Bárcena “condenó los ataques sufridos por el pueblo de Israel” por parte de Hamás, y exigió “el cese de la violencia”.

Pero el 8 de octubre, en otro comunicado México, matizó la postura inicial para expresar su máxima preocupación por el conflicto entre Israel y Palestina y condenó todo acto en contra de civiles. Este tibio comunicado de la Cancillería fue abiertamente criticado por la comunidad israelí y por la Embajadora de Israel en México, Einat Kranz Neiger, quien consideró que el gobierno mostró tibieza al no enfatizar el rechazo de actos terroristas y valoró que con dicho posicionamiento se avala la actitud de estas organizaciones.

El gobierno ha sido incapaz de tachar de actos terroristas lo que sucedió en los primeros días de la guerra. El terrorismo consiste en el uso del terror para promover los objetivos de grupos u organizaciones concretas. Los primeros actos de Hamás fueron contra la población civil, en abiertos actos de barbarie, que un gobierno como el mexicano, que se dice humanista, fue incapaz de condenar. La posición que ha adoptado nuestro país es de cómoda medianía, sin definiciones claras sobre lo que sucede en medio oriente.

El presidente ha demostrado, una vez más, su desconocimiento del orden global y de las raíces históricas del conflicto en la franja de Gaza. Ante la ignorancia evidente, lo que ha hecho es utilizar, una vez más, los principios de nuestra política exterior, a conveniencia. El presidente habla de no intervención cuando es sujeto de críticas internacionales por sus alianzas con dictaduras y gobiernos totalitarios; pero el mismo principio de no intervención lo viola reiteradamente cuando pretende intervenir en las elecciones de Estados Unidos o cuando desconoció al gobierno de la presidenta Dina Boluarte, quien es reconocida por los gobiernos democráticos y repudiada por tiranías con las que México parece aliarse todos los días.

El pacifismo que promueve el presidente López Obrador es loable, pero es incongruente: pretende promover en el exterior una agenda que es incapaz de aplicar en la política interior. México es hoy rehén de grupos criminales que imponen su ley de violencia y miedo en el territorio. El desplazamiento brutal de poblaciones enteras por causa del terror es silenciado y el creciente número de desaparecidos pretende ser maquillado y desaparecido por instrucciones presidenciales.

Guardando las debidas proporciones y las importantes diferencias, México mantiene una posición similar, de abierta tibieza y de permanentes balbuceos, a la que sostuvo en las primeras semanas de la guerra de Ucrania. Ante tan lamentable política exterior, se ha optado por convertir a las repatriaciones, tardías e insuficientes, en espectáculos mediáticos, para mostrar un supuesto humanismo que todos los días es negado en los hechos. Las repercusiones del conflicto en Medio Oriente llegarán tarde o temprano a nuestro país y exigirán acciones decididas por parte del gobierno.

Se anticipa un grave problema de aumento de precios en vitaminas, minerales e impresoras 3D. Los centros de monitoreo también podrían presentar problemas y habría presiones sobre el precio del petróleo y la cotización del dólar. Ante estos escenarios, el gobierno solo atina a difundir, por todos los medios posibles, el rescate de connacionales, quienes en los primeros días del conflicto no fueron escuchados ni atendidos y que ahora son utilizados para fines de propaganda.

México no puede ser indiferente a lo que pasa en el mundo. El presidente no debe seguir encerrado en su burbuja de conformismo y mediocridad. Lo que pasa en el mundo tarde o temprano nos afecta en nuestros hogares y en nuestras familias. En el Senado tuvimos la esperanza de que la Canciller Bárcena podría ser una voz diferente e incluso disidente, que diera un giro a una política exterior errática.

Hoy sabemos, con claridad, que las ideas y posiciones sobre lo que pasa en el mundo, nacen en las solitarias habitaciones de Palacio y de ahí se propagan en mañaneras que, en vez de darnos prestigio mundial, tienen a México sumido en un permanente conflicto con otros Estados.

Senadora por Baja California.

Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte.

@GinaCruzBC

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS