Edmundo González Urrutia es reconocido como el ganador de las elecciones presidenciales de Venezuela por la oposición interna y por varios países de la comunidad internacional, que abogan por una transición ordenada en Venezuela. Sin embargo, el autoproclamado “presidente obrero”, Nicolás Maduro con más de una década en el poder, se niega a aceptar la derrota y reprime a las y los venezolanos a pesar de que González Urrutia obtuvo la mayoría de los votos en los comicios del pasado 28 de julio. Cada día más naciones se suman al reconocimiento de su victoria.
Maduro insiste en perpetuarse en el poder y buscar un tercer mandato, desafiando la voluntad popular y las normas democráticas del país andino. Ha emprendido la persecución policial a los opositores, la represión y criminalización de la protesta, así como violaciones a derechos humanos, el encarcelamiento de cientos de ciudadanos detenidos que exigen y reclaman sobre los resultados que dio a conocer el Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE). La situación plantea un escenario de creciente tensión política y posible crisis institucional en Venezuela, donde la lucha por la legitimidad y la gobernabilidad se encuentra en un punto crítico.
En sus dos mandatos anteriores, logró aplastar a la oposición, bloqueando sistemáticamente cualquier amenaza a su poder. Ahora, se niega a reconocer el mandato del pueblo venezolano. El CNE declaró el domingo 28 de julio a Maduro como ganador, pero la falta de transparencia generó todo tipo de sospechas y cuestionamientos, ya que las actas oficiales de los comicios no fueron publicadas. Esta opacidad ha impedido que organismos internacionales como la Unión Europea y la OEA supervisen adecuadamente el proceso electoral, lo que ha debilitado aún más la confianza y la legitimidad de los resultados.
Este conflicto empeora conforme las fuerzas de seguridad ejercen una brutal represión con más de 2 mil personas detenidas, según datos del propio Maduro. Para solucionar esta crisis, el chavismo disidente y sectores vinculados a la izquierda proponen una opción al conflicto, anular los resultados de las elecciones y convocar a nuevos comicios. Sin embargo, aceptar nuevos comicios en Venezuela, significa para la oposición renunciar a su mayor capital: las pruebas de que ganaron las elecciones. Ceder en este punto podría debilitar su posición en esta contienda política.
La líder antichavista María Corina Machado ha afirmado una y otra vez sobre la necesidad de una transición ordenada en Venezuela y ha afirmado repetidamente que Edmundo González Urrutia ganó las elecciones presidenciales del 28 de julio, pese a que las autoridades electorales le dieron el triunfo a Nicolás Maduro. “La verdad está a la vista: Edmundo González ganó. Ganó Venezuela. Tenemos las actas. El Consejo Nacional Electoral (CNE) también (las tiene)”, ha reiterado Machado.
Es inevitable señalar que Nicolás Maduro ha sumido al pueblo venezolano en la precariedad. El chavismo, crítico de Maduro, ha repudiado la respuesta represiva y aboga por una salida a fin de sofocar la crisis. Líderes como Juan Barreto, Andrés Izarra y Mary Pili Hernández han expresado sus críticas a este régimen.
El gobierno de Maduro se ha caracterizado por una sistemática persecución política y ha sido acusado de violaciones generalizadas de los derechos humanos. La desigualdad ha sido una constante en la vida de los venezolanos, exacerbada por políticas que han afectado desproporcionadamente a los sectores más vulnerables: mujeres, jubilados, niños y niñas. La gestión de Maduro ha dejado a Venezuela en una crisis humanitaria, con millones de personas enfrentando la escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos, mientras el régimen se mantiene a través de la represión y el control social.
La Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) ha indicado que en Venezuela persiste la salida masiva de refugiados y migrantes. La cifra ya ha superado los 8 millones de personas a nivel mundial, quienes buscan una mejor vida y protección y humanitaria. De estos, más de 6.5 millones han sido acogidos por países de América Latina y el Caribe. Hay preocupación por parte de los países de la región para que haya una transición hacia la democracia en Venezuela, ya que se está en riesgo de que surja una nueva crisis humanitaria y migratoria en el país.
Las y los venezolanos eligieron su futuro presidente a Edmundo González Urrutia, quien ahora es el principal rival de Nicolás Maduro. Este es un hecho histórico para la democracia de Venezuela. González se convirtió en el candidato alternativo a María Corina Machado, luego de que ella fuera inhabilitada por el chavismo y quien habría ganado la elección primaria con más de dos millones de votos. Tanto González como Machado exigen al régimen de Maduro parar la represión y aceptar la voluntad del pueblo venezolano.
Senadora por Baja California.
Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte.
@GinaCruzBC