En 13 semanas termina el sexenio de López Obrador, y la conclusión es que el morenista entregará un país en el que no pudo construir un sistema de salud mejor que el de Dinamarca. Con más de 190 mil homicidios dolosos, nuestro México finalmente no fue pacificado. El saldo es desalentador en deuda pública, alcanza los 17 billones de pesos, lo que refleja una gestión económica insostenible. También se documentan 192,680 mil homicidios dolosos y más de 50 mil desaparecidos o no localizados. La extorsión, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo, asciende entre 8 mil y 9 mil casos al año, mientras que más del 30% del territorio nacional queda en manos del crimen organizado. El corolario: la necedad de los otros datos y muchas promesas incumplidas a las y los mexicanos.

Entre las promesas rotas están las obras emblemáticas de esta administración concebidas como motores de desarrollo, que se muestran con sobrecostos y pagos indebidos significativos que finalmente elevaron el monto total de la inversión; costos que ahora recaen sobre los contribuyentes como el Tren Maya con un sobrecosto de 485 mil millones de pesos.

También está el rescate de la aerolínea estatal Mexicana de Aviación, propiedad del gobierno. Cada vuelo de esta empresa opera con pérdidas. La propia proyección financiera de la empresa prevé alcanzar un punto de equilibrio en 2030. Mientras tanto, este gobierno ha invertido más de 6 mil millones de pesos en la aerolínea desde su adquisición y recientemente otros 20 mil millones para la compra de aviones (El Universal, 15 de julio 2024, ‘Mexicana, mucha inversión; pocos pasajeros y vuelos’) En resumen, la aerolínea es una empresa que no termina de despegar, y sin duda, es otro capricho con cargo al erario es decir de todos los ciudadanos.

Durante su toma de protesta, en 2018, el presidente saliente prometió no aumentar impuestos ni elevar el nivel de deuda, que ya superaba los 10 billones de pesos en ese año. Evitó recurrir al endeudamiento aún durante la crisis sanitaria por COVID-19. Haberlo hecho hubiera amortiguado su impacto, sin embargo, en el último año de su mandato, López Obrador y en pleno proceso electoral, sí consideró necesario endeudarse, desoyendo las críticas de la oposición y los especialistas.

En seis años este gobierno no pudo concretar sus promesas como que la economía crecería al 4% durante su sexenio. La realidad es que el crecimiento económico fue ínfimo, alcanzando sólo un 0.8%. Según la CEPAL, ésta es la cifra más baja desde el Gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado. En cambio, se optó por una política económica rígida, se priorizó la austeridad y la reducción del gasto público en lugar de fomentar el crecimiento mediante inversiones y estímulos económicos. La estrategia que se operó fue la contención del gasto, se dejaron de lado medidas anticíclicas que podrían haber dinamizado la economía. Así, en lugar de potenciar la actividad económica, se adoptaron decisiones que restringieron el crecimiento, por lo que México obtuvo uno de los niveles más bajos en décadas.

Otro de los compromisos que este gobierno hizo y no logró cumplir fue la adopción de políticas integrales para mejorar la movilidad social. El fracaso se refleja en las cifras alarmantes de 56 millones de mexicanos que viven en la pobreza, y 11 millones en la pobreza extrema. Detrás de estos números, el gobierno de AMLO deja una sociedad inmóvil con historias reales de familias enteras con mujeres, hombres, niños y niñas que tienen nombre y apellido y no la pasan bien. En este gobierno, la clase media se desplomó. Más de 43 millones de mexicanos pertenecían este sector, y 5.5 millones de mexicanos dejaron de ser parte de él.

La justicia, la eficiencia y la cohesión social bien administradas, hubieran generado cambio significativo en la condición socioeconómica de las personas. Sin embargo, uno de los principales obstáculos para la movilidad social, sigue siendo la brecha educativa, la desigualdad económica, y el acceso limitado a servicios públicos de calidad como salud, vivienda, transporte y seguridad. En la práctica, todos estos elementos no merecieron la atención urgente del gobierno saliente. No hubo grandes inversiones ni esquemas de administración óptimos y transparentes. La población quedó sin las mejoras prometidas, y prevalecieron las ocurrencias.

Lamentablemente, en todos los ámbitos hubo grandes pifias, ante una cadena de fracasos que se extendió a la Megafarmacia, el INSABI, Gas Bienestar, a PEMEX y a la CFE, etcétera. En esta lista de desastres se suma la crisis de seguridad, con un escalofriante promedio de 83 asesinatos diarios. Esta cifra no sólo revela un país atrapado en la violencia y la impunidad, sino que también refleja la profunda desesperanza de una nación que esperaba un cambio positivo, para todas y todos, con la llegada en 2018 de López Obrador.

A 13 semanas del fin del sexenio de AMLO, el legado es una crisis de seguridad, una deuda histórica y promesas incumplidas. Los sueños de un México pacificado y una economía floreciente se desvanecieron, dejando una nación sumida en la violencia, la pobreza y la desesperanza. La sucesora de López Obrador, Claudia Sheinbaum, presidenta virtual, enfrenta el reto monumental de reparar los daños y cumplir las promesas no realizadas.

Gina Andrea Cruz Blackledge.

Senadora por Baja California.

Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte.

@GinaCruzBC

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