El 12 de diciembre inició la conmemoración de 200 años de relaciones binacionales entre México y los Estados Unidos de América, bajo los signos de un gobierno cuya política hacia el vecino país del norte se puede definir por su volubilidad.

Varios han sido los eventos que han causado malestar en las altas esferas de Washington, D.C. En julio de 2020 López Obrador, visitó al candidato Donald Trump en pleno proceso electoral. Este viaje se percibió como una señal de respaldo a un candidato cuya campaña no prendía.

Un año antes, el presidente Trump había anunciado la posible imposición de aranceles ante la crisis migratoria, obligando al gobierno mexicano a tomar decisiones erróneas, con el despliegue de la Guardia Nacional para construir el tan anhelado muro, pero humano en la frontera sur.

Biden logró un triunfo contundente en la elección de 2020 y ganó además el Capitolio, ante esta victoria incuestionable, sólo puesta en duda por Trump, López Obrador fue de los últimos mandatarios en felicitar al presidente.

En junio de este año, se llevó a cabo la Novena Cumbre de las Américas, la primera en celebrase después de la pandemia, con la notable ausencia del presidente de México, quien decidió apoyar a dictaduras que abiertamente violan la Carta Social de las Américas.

La invasión a Ucrania representó un nuevo episodio en la titubeante política exterior mexicana. El gobierno fue tibio al reprobar la invasión y más tibio aún en su apoyo inicial al gobierno ucraniano, lo que causó la molestia de la Embajadora de Ucrania en nuestro país y dejó a México fuera del bloque de naciones que condenaron abiertamente la invasión y apoyaron decididamente al país europeo, como Estados Unidos.

En una votación que dejó a Rusia fuera del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, México se abstuvo, a pesar de las evidentes y graves violaciones a los derechos humanos.

Recientemente, las crisis políticas de Nicaragua y Perú tuvieron como respuesta, de parte del gobierno mexicano, el alineamiento con las respectivas dictaduras, lo que de nuevo dejó a México fuera de un amplio consenso a favor de la democracia y las libertades.

Estas señales equívocas, han dañado la imagen de México en el exterior, y han afectado el prestigio de nuestro país como una nación que defiende la democracia y promueve las libertades. Todo ello, por motivos meramente ideológicos. Hasta ahora, las consecuencias de una política exterior incierta para con Estados Unidos, no han tenido otra consecuencia que afectar nuestra imagen en el mundo, pero hay dos decisiones gubernamentales que pueden tener consecuencias adversas para nuestros países: la obstinación en mantener una reforma a la Ley de la Industria Eléctrica que acaba con la competencia y la prohibición de importar maíz transgénico, con graves afectaciones al campo y a la economía nacional, que generaría además una crisis alimentaria sin precedentes.

Llegamos así a 200 años, bajo un gobierno cuya política hacia los Estados Unidos es inestable e impredecible, ya que se basa en las ideas y ocurrencias presidenciales.

Este inicio de las celebraciones, debería ser una oportunidad dorada para que el gobierno reflexione y valore que, Estados Unidos y México son mucho más que vecinos, son naciones hermanas cuya frontera y cuyo destino los une para siempre.

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Senadora por Baja California.


Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América del Norte.

@GinaCruzBC

 

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