Al chilazo, como sea, simplemente porque lo ordena el Presidente. Inaugurar es la consigna. Que el Presidente con su séquito y delante de las cámaras corte el listón, aunque todo sea tramoya de efectos escénicos temporales y deje un tiradero. ¡Total! ¡El mejor Presidente del mundo cumplió! “Quiero un tren”. ¡Allí está su tren! aunque cueste millones de árboles y dólares. “Quiero una farmaciota”. ¡Allí está su farmaciota!, aunque exista más abasto con los yerberos mexicanos que curan el “mal de ojo” y el “empacho”. “Quiero un aeropuerto”. ¡Allí está su aeropuerto en Hidalgo!, aunque Amazon la empresa de transporte y logística más grande del mundo —obvio necesita un buen aeropuerto—, haya desdeñado el AIFA, al anunciar para Querétaro 5,000 millones de dólares, una de las mayores inversiones privadas directas en México, más grande que la de Tesla en Nuevo León, y sin tanto grito y sombrerazo.
A AMLO le importa la foto de la escena dizque “nueva”, el espectáculo aunque históricamente sea fake. A los cien días el Tren Maya ya no caminó normalmente, por una “interrupción de flujo”. ¿Pero qué tal el flujo de efectivo para el trenecito?. La cuarta transformación es desprecio a la calidad y al cuidado, sacrifican la mirada de largo plazo por el relumbrón efímero; el respeto a la ley de adquisiciones y la eficiencia pasan a un segundo plano, lo “valioso” es el confeti, la música y las loas melosas con el “gracias-señor-presidente-por-su-visión”, y éste cree pasar a la eternidad por su magnificiencia, cuando será recordado por su ineficiencia. No hay aprecio por un argumento lúcido, razón académica, consecuencia lógica, técnica y sentido común, mucho menos obediencia a la ley. El gobierno de López Obrador es monumento a la mediocridad, con Michelangelo Bovero, un gobierno de los peores.
Esa “pericia” obradorista para descarrilar el Tren Maya (un mes antes se alertó de la mala calidad de la vías, dijo EL UNIVERSAL), es la que tienen Cuitláhuac García y Cuauhtémoc Blanco para combatir la delincuencia en Veracruz y Morelos, la que enseñó Rubén Rocha para encarar el levantón y secuestro de sus paisanos, “el cobre que enseña” Layda en Campeche con sus policías mujeres. En el Tren Maya, el presidente puede culpar a España, maquinistas y controladores de tráfico se capacitaron en Madrid y Málaga, por un acuerdo de la Secretaría de la Defensa y Renfe, la compañía de trenes más importantes de España. ¿Esperar un peritaje?. Claudia Sheinbaum calificó de “tendencioso” y anunció demanda civil contra la consultora noruega Det Norske Veritas (DNV), que probó científicamente lo dicho por Carlos Slim: le faltó mantenimiento al Metro de la CDMX. Pero la ramplonería está precisamente hoy en prohibir un herbicida sin sustento, en no apagar incendios forestales, en la impunidad por la muerte de migrantes calcinados en Ciudad Juárez, y hasta en regalar dinero a venezolanos, ecuatorianos y colombianos sin autorización legislativa.
López Obrador quiere confundir lo vulgar y fracasado con lo popular; mientras intenta mezclar mérito y esfuerzo con un elitismo excluyente y exclusivo. Hemos retrocedido medio siglo. En los años setenta la burocracia del presidente Luis Echeverría, la Dirección de Radio y Televisión de la Secretaría de Gobernación, distribuyó un disco de vinilo con una canción: “Nada de que ahí se va… Vámonos respetando póngase a hacerlo bien”. Con que los expriistas de Morena hubieran aprendido esa lección, otro gallo nos cantaría. Nos gobiernan “al aventón”.