Una cosa es ser directo, claro y contundente en conceptos, y otra totalmente distinta romper códigos de vestuario. Miguel Herrera se sobrepasó “mintiendo” sobre Giovani dos Santos , acerca de un tema que tiene casi siete años, que a nadie le interesa y con lo que solamente demostró un gran complejo de inferioridad.
Herrera es un hombre simpático, directo, sin filtro, pero comete torpezas de esta índole, que solamente le convierten en el hazmerreír del futbol mexicano, una especie de “Carmelita Salinas” del balompié, porque quiere ejercer la autoridad que no tiene, un liderazgo inexistente e imponer su imagen como exentrenador del América , pero solamente muestra la grave herida que le dejó su despido.
No fue un secreto, en el América, que Gio no era del agrado de Miguel Herrera.
Trascendidos y trascendidos, filtraciones y filtraciones así lo mostraban, pero ya romper con la investidura de un entrenador con uno de sus dirigidos es una bajeza. Si Dos Santos pidió el cambio o no, es lo de menos; lo trascendente es el descaro con el que Herrera habló. Claro que rompió con el respeto que merece ser el entrenador de un equipo, porque así como hoy dice esto, mañana podrá decir más cosas. Nadie confía en él, solamente su círculo cercano, sólo los que no tienen valores en sus equipos; por eso, que vuelva a dirigir podría ser complejo, a menos que sea por influencias, no porque los futbolistas vayan a confiar en él.
¿Qué sigue?, ¿contar sobre las reuniones de integración que solía hacer en el Camino Real del Pedregal con el equipo, cuando las cosas no marchaban bien? O ¿cómo era la relación con Guillermo Ochoa en su regreso al América?, ¿por qué le permitieron tener un extenso cuerpo técnico y en este personal varios miembros de su familia?, ¿contará cómo fue ese día en Filadelfia, cuando golpeó a Christian Martinoli? O será que por fin contará ¿por qué contrató a Sergio Díaz por YouTube? Hay mucho por saber, o mucho para que —más bien— chismee el exentrenador del América.
Además, Miguel pareciera no recordar que —junto con Santiago Baños — era el principal responsable de lo que sucedía con el equipo y, con base en eso, con sus declaraciones también queda embarrado respecto a una mala gestión al momento de adquirir y trabajar con los jugadores. Da la impresión de que, al final, nos está revelando que hacia el final de esa segunda etapa con el América, no tenía el control total del equipo y —como trascendió en su momento— se quebró su imagen con la mayoría de los jugadores.
Herido, en un mundo de realidad paralela, esa parece ser la hoy verdadera razón por la que Miguel dice tantas sandeces, tantas palabras que rompen los códigos y lo dejan mal parado ante el futuro, porque —a pesar de la manera en que salió del América— tenía cartel para poder fichar con otro equipo rápidamente, pero en esta campaña de desprestigio a todos los que formaron parte de ese América, tendrían que estar bastante preocupados, porque al rato les va a sacar alguna otra cosa, y eso no se vale.
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