Es cierto que cada vez son menos las declaraciones con las que, sin rebasar la línea que genere violencia, puedan “calentar” un Clásico ; que cada vez son menos los jugadores que pueden representar lo que significa esta rivalidad de manera natural. Pero tampoco son necesarios discursos populacheros y hasta ficticios como el que ayer escuchamos de Antonio Briseño , quien parece seguir más empeñado en ganarse la aceptación de la afición del Guadalajara con un micrófono que con la regularidad y nivel competitivo que pueda mostrar dentro de la cancha.
Vaya que se tiene que ser ajeno a la realidad en la que vives para asegurar que un club como el América “no tiene identidad” y sobre todo basar este comentario en la costumbre de “jugar solamente con mexicanos”.
Briseño es un buen tipo y, cuando acabe su carrera de futbolista, puede entrar a la baraja de comentaristas en los medios de comunicación o incluso —con este grado de discurso acomodado— buscar un puesto de elección popular. Es un hombre preparado, leído, con un grado elevado de análisis del desmarque de ruptura y la resiliencia que tienen algunos clubes, pero de lo que no tiene ni maldita idea es de lo que significan el América y el americanismo, club contra el que el Guadalajara ha cimentado una rivalidad nacional y fuera de las fronteras.
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Es como si de la misma manera, tan burda y fácil como con la que el llamado Pollo minimizó lo que significa el América para el futbol mexicano, dijéramos que él no tiene ni la más remota idea de lo que significa tener “identidad” por una camiseta, por un equipo. Es como si de la misma manera tan burda se asegurara que lo único que se recuerda de la “identidad” de Briseño como jugador de las Chivas (surgido del Atlas, pasó por Tigres, Juárez, Veracruz y Feirense de Portugal) es la terrible entrada que le hizo a Giovani dos Santos en un Clásico o que festeja las barridas como goles.
Un canterano del Atlas jugando para el Guadalajara hablando de identidad. Este el futbol de la actualidad, en el que por dinero se van, por dinero vienen y por dinero hasta declaraciones como estas se escuchan. No, el análisis no debe ser tan a la ligera y, aunque es cierto que hoy en día son pocos los elementos de las fuerzas básicas de ambos equipos —Guillermo Ochoa como el principal del América y José Juan Macías como el más representativo de las Chivas —, que pudieran manifestar esta rivalidad, no se puede minimizar a una institución como la azulcrema.
Y ya que hablo de rivalidades e identidad, aquí unos ejemplos, para saber si se acerca a lo que representan algunos de estos jugadores para ambas instituciones: Alfonso Portugal, de los Canarios, vs el Tigre, Guillermo Sepúlveda, de los tapatíos; Fernando Quirarte vs Carlos Hermosillo; Cuauhtémoc Blanco vs Oswaldo Sánchez... Rivalidades en la cancha, no de micrófono. Identidad natural, no rebuscada.