Laxo castigo para Antonio Briseño , y lo más extraño de todo es que América no haya solicitado el recurso de inhabilitación del futbolista de Chivas hasta volver a ver a Giovani recuperado. Por eso es débil el castigo, porque la Comisión Disciplinaria pudo actuar de oficio, como lo establece el artículo 23 de su Reglamento de Sanciones, algo que se pasaron por el “arco del triunfo”.
Es cuestión de percepción. Solamente el llamado Pollo sabe si fue con mala leche o no, pero lo real es que los reglamentos no sancionan la intención y, como declaró Jonathan dos Santos, el jugador de Chivas “no hizo nada para quitar la pierna”.
Dos partidos de suspensión por juego brusco grave y otros dos porque la Disciplinaria califica la jugada de esa forma: violenta, pero no al grado de inhabilitar al futbolista del alicaído Chivas.
En la Jornada 9 del torneo Clausura 2017, Rubens Sambueza fue expulsado por una plancha por detrás sobre Isaác Brizuela. Chivas solicitó inhabilitación del argentino hasta que se recuperara el jugador del Guadalajara. Rubens no volvió en el torneo, reapareció con Toluca hasta el siguiente campeonato, en el Apertura 2017, curiosamente contra Chivas en la Jornada 1. Es decir, ahí sí aplicaron el reglamento, porque el equipo afectado lo solicitó.
Pero han dejado pasar otras grandes oportunidades de marcar verdaderos precedentes en el futbol mexicano.
En 2001, Manuel Vidrio —entonces defensa del Pachuca— propinó un artero codazo en el rostro de Juan Francisco Palencia, quien era atacante del Cruz Azul y debió ser intervenido quirúrgicamente. Al final, sólo fue castigado cinco partidos, además de pagar el tratamiento del agredido.
Otro caso se presentó en 2017. Jair Pereira, defensa del Guadalajara, dio un golpe que rompió la nariz de Jonathan Fabbro, delantero de los Jaguares de Chiapas. La imagen fue muy clara, pero sólo fue suspendido un par de encuentros. Muy poca sanción para lo que provocó.
Aunque no fue contra otro futbolista, no se puede olvidar el cabezazo que José de Jesús Corona dio a Sergio Martín, preparador físico del Morelia, en 2011. Lo pudo lastimar severamente, pero la Comisión Disciplinaria sólo lo sancionó seis encuentros, además de que no fue convocado al Tricolor que disputó la Copa Oro.
El amiguismo entre América y Guadalajara no es sano para el futbol. No se puede entender que dos rivales de esta magnitud apliquen la política “hoy por ti, mañana por mí”. En aquel torneo donde Chivas dejó fuera a Sambueza, la entrada fue de menor fuerza y magnitud que la que hizo Briseño ahora. En fin, dizque rivales, antagonistas, pero por dentro son más unidos que unos gemelos.
La única manera que el futbolista aprenda a no entrar de esa ilimitada, grosera, vulgar, poco ortodoxa y profesional forma es sancionándolo con dureza; por eso, el reglamento le da la oportunidad a la Comisión Disciplinaria de actuar de oficio, pero cuando todos están en el mismo barco, es difícil aplicar justicia, como esta vez sucedió con Briseño, cuyo castigo fue poco fuerte.