La final en Lisboa será el séptimo partido de Champions League que se dispute en Portugal en dos semanas. Es buena la idea de la UEFA de llevar a los ocho clubes clasificados a cuartos de final a una sola sede, a jugarse a un solo partido; ha resultado espectacular. Si bien sería un digno modelo a seguir en el futuro, no se atreverán por las repercusiones económicas y deportivas que conlleva para con los equipos, aunque podrían compensarlos de otra forma.
Jugar a un solo partido hizo ver eliminatorias intensas, con equipos buscando la portería rival, a diferencia de cuando son a ida y vuelta en los que se puede especular. Incluso la goleada inmisericorde del Bayern al Barça no hubiera sido así existiendo ida y vuelta.
Claro que un formato de estos lleva a tener seis partidos menos para la televisión y por ende menos dinero que cobrar. Por supuesto que no jugar en casa representa una desventaja, y por supuesto que hacerlo sin público también, pero insisto, ha resultado muy agradable. Este tipo de formatos, usados en el deporte universitario en Estados Unidos ha sido todo un éxito económico, por eso, cambiando ciertas reglas, podría ser muy rentable para todos, televisoras, patrocinadores, sede elegida y por supuesto, equipos involucrados.
La derrama económica que entregaría a la ciudad elegida para recibir los partidos finales sería maravillosa. La semana del Super Bowl deja a la sede un aproximado de 450 millones de dólares y el fin de semana del Final Four de la NCAA otorga a la ciudad organizadora alrededor de 360 mdd. En el caso de la Champions serían dos semanas de un ir y venir.
Volvamos a los tiempos en los que la humanidad era libre de viajar, que tarde o temprano regresarán. Manchester City, Barcelona, Bayern Munich, Atlético de Madrid, Leipzig, París Saint-German, Olympique de Lyon, Atalanta, estos equipos que acudieron a Lisboa hubieran llevado cientos de miles de aficionados a los estadios de La Luz y Alvalade. Pasión, futbol y turismo, mucho turismo. Así que quienes insisten en que perder seis partidos de Champions League sería catastrófico, no miden el área de oportunidad gigantesca que existe.
Así que el título que disputarán el talentoso PSG y el Bayern Munich el domingo, además de ser parte de la historia deportiva de la excelencia, es parte de lo que puede mover el futbol y que debe atender a sus aficionados. Un mini mundial de futbol cada año sería grandioso. Un verano en una ciudad, con los ocho mejores de Europa en dos semanas. Porque además de los fanáticos de los equipos, la cantidad de aficionados de otros lados del mundo irían, y por supuesto medios de comunicación. La Champions League que tiene a sus mentes inteligentes en las oficinas de Nyon, Suiza, debe replantearse que además de que ya han hecho de este torneo una competencia incluyente, un cambio en el formato podría darles mucho, demasiado.