Hay una alarmante confusión sobre el espíritu de los Juegos Olímpicos . Aplausos de la mayoría a porque le “compitió” a Brasil, como si no fuera lo normal que todos compitan; claro, unos lo hacen con mayor nivel que otros. Y así fue en el partido semifinal del futbol olímpico. Los brasileños tienen mejor nivel que los mexicanos, son mucho más desarrollados futbolísticamente y, pese al empate sin goles, el trámite fue la eternización de un partido que siempre fue para los jugadores de la Verdeamarela.

Lo que no existió en Las Vegas sí apareció en Tokio 2020: Espíritu, lucha, hambre. Tienen la gran obligación de ganar la de bronce. Japón no puede derrotar dos veces a México, o mejor dicho, la selección no debe permitir a ningún precio perder esa medalla.

En Estados Unidos, en el torneo de la Concacaf, arrogancia y sobradez ; en Tokio, solidaridad y talento. Aún así, se fracasó contra Brasil por cambiar el chip, por no atreverse a hacerle partido frontal, de tenencia; claro, arriesgando contra el rival que se tenía enfrente, pero siempre será mejor morir con tu propio estilo que traicionándote por intentar llegar desde el minuto uno a la serie de penaltis.

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Lecciones del verano. El entrenador debe ser quien decida a los tiradores de penaltis. Pasó en Houston cuando, frente a las narices de Gerardo Martino, un envalentonado Carlos Salcedo pidió el balón y con lucimiento personal, sin pensar en el grupo, tiró pésimo el penalti con pasitos de por medio. En Tokio lo mismo, no había un plan, o por lo menos las palabras de Jaime Lozano al final del partido así lo delataron. Por más confianza y valentía que tenga un futbolista, debe ser el entrenador quien decida, les guste o no a los que están en el campo. Porque mientras Dani Alves con personalidad, experiencia y altamente capaz anotaba el primero para Brasil, por México apareció Eduardo Aguirre, jugador que ni titular es de la Selección Olímpica.

Lozano aprendió mucho más en este partido que en cualquier victoria. Se irá posicionando como un entrenador capaz, honesto. La lección más trascendental es la de echarse al equipo, tener la responsabilidad en las derrotas, como en las victorias; por eso, el armado de la lista de tiradores es similar a la lista de convocados, serán ellos los que te definan como proyecto. Luis Romo, Diego Lainez... En fin, había muchos antes que el Mudo y Johan Vásquez; este último sin haber tirado jamás en Primera División y además con molestias físicas desde el final del tiempo extra.

Viene el partido por el bronce, ojalá volvamos a ver al equipo propositivo, atrevido y no a la copia de un equipo de Concacaf cuando encara a México.

@gvlo2008

gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

 
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