Entre la pandemia de Covid-19 , el grito “¡Eeeh puto!” y la terrible decisión de no utilizar el VAR , han acabado con las eliminatorias. Qué frialdad en el inicio del octagonal de Concacaf, por lo menos en el Estadio Azteca y en el Nacional de San José. El primero, sin gente; el segundo, con menos de tres mil asistentes en la tribuna.
Sin sabor y sin presión para México , porque en esta atípica visita a San José no la pasaron nada mal, hospedados en el hotel Hilton, que no tiene más de tres meses de inaugurado, enfrente del estadio; incluso, se podría ir caminando, pero —por protocolo— los hicieron subirse a un incómodo autobús. Fría visita, porque la gente en Costa Rica prefirió acudir al llamado de los cines, que por 40 mil colones (60 dólares) les daban entrada, pantalla gigante, comodidad, comida y bebidas ilimitadas, mientras que en el estadio la entrada costó 150 dólares (94 mil colones) y nada de nada dentro. Ni agua, vaya... Ni agua para los trabajadores, ni para aficionados, nada.
Fue como jugar a puerta cerrada, y lo aprovechó la Selección y el árbitro Ismail Elfath de Estados Unidos. No existió la hostilidad del público en esta visita. Tal vez en Panamá , con más de 23 mil aficionados en las tribunas del Rommel Fernández , sea distinto.
La Concacaf es una vergüenza. Antes del inicio del octagonal anunció, más lavándose las manos que viendo su realidad, que no habría VAR, porque cinco de los ocho estadios no reunían las condiciones. Así, con esa ambigüedad, sin informar cuáles países no lo podían usar, y no se debe ser Sherlock Holmes para entender que son El Salvador, Honduras, Jamaica, Costa Rica y Panamá. Solamente Estados Unidos, México y Canadá estarían en ese mundo “exigido” a medias por la FIFA.
Y claro que viene al caso cuando, en un partido como el de anoche en la capitál costarricense, nada más en 45 minutos por la inutilidad arbitral del estadounidense Elfath le hubieran cambiado varios decisiones. Un penalti muy claro sobre Édson Álvarez muy temprano en el partido y la evidente expulsión de Francisco Calvo cuando lesionó a Alexis Vega.
No puede existir seriedad si desde las oficinas de Víctor Montagliani no la ejercen. Es un futbol distinto el de Concacaf, en comparación con el mundo. Es el de la ley de la inutilidad arbitral, porque se da y a nadie parece importarle. No es válido jugar un Mundial sin VAR , por más pobres que sean los países que se están eliminando, por más que no exista infraestructura. ¿Por qué no invertir lo ganado en la Copa Oro para ayudarle a sus miembros? No, eso sería actuar con profesionalismo y honorabilidad, con justicia y con valor, pero eso es imposible ante los ambiciosos directivos del área.
El dinero que ganan en toneladas debe ser invertido, no distribuido como se les antoja, dando las miserias a las federaciones. Debe existir VAR y, si un estadio para, una federación no tiene para instalarlo, entonces que sea la Concacaf , o simplemente que se juegue donde sí se puede.
México
lidera la zona más sencillo que lo que parecía por el futbol que parece haber olvidado de la primera etapa de Tata Martino. Hay una evidente falta de memoria futbolística, pero aún así gana, porque la pobreza de los hasta ahora rivales se lo ha permitido.