Demasiado escándalo por la participación de la Selección Mexicana

en la Liga de Naciones de Concacaf. Las mismas preguntas a Martino, las mismas respuestas del Tata. Claro que sería magnífico estar jugando cada Fecha FIFA contra Alemania o España, pero la realidad es otra. El futbol en todo el mundo es igual, no es solamente del área en la que le toca participar a México.

Europa presume la Champions League, y la primera fase es una pérdida de tiempo, un exceso de partidos. Que participen 32 equipos le resta calidad en la etapa grupal; generalmente, clasifican los mismos a cuartos de final, pocas veces hay sorpresas. Se dan partidos con gran diferencia de calidad entre rivales y nadie se queja en Europa. A nivel de selecciones está peor.

Bélgica clasificó a la Eurocopa 2020 a falta de dos partidos por disputar en su Grupo. El tercer lugar de la pasada Copa del Mundo ha anotado 30 goles y solamente ha recibido uno en ocho partidos jugados. Sus rivales: Kasajistán, San Marino, Chipre, Escocia y Rusia; es decir, resulta equivalente a cuando México juega contra Bermudas, y nadie está quejándose en Bruselas. Y así hay muchos más, ¿o no me digan que un Italia vs. Liechtenstein o un Francia vs. Andorra no son exactamente igual que un partido México vs. Bermudas?

Ni qué decir de un Portugal vs. Lituania, un España vs. Islas Feroe o un Italia vs. Armenia. En todas las confederaciones del mundo se presentan situaciones así.

Por eso, debe importar tres reverendos pepinos si la Selección Nacional juega contra Bermudas y Panamá en esta Liga de Naciones, que hasta el propio Gerardo Martino ha dicho preferiría no enfrentar, pero no tiene de otra y lo hace con el mayor profesionalismo posible; incluso, como parte del comienzo de la preparación rumbo al Preolímpico en el que se debe ganar un boleto a Tokio 2020.

Lo que la Selección Nacional debe hacer es ganar y por goleada, demostrar que es muy superior a ambos rivales y reafirmar que sólo algunos equipos del área pueden preocuparle, siempre y cuando estén en buen momento.

Y quien no debería estarlo tanto por el entorno es Carlos Salcedo, quien volvió a dar una declaración absurda, en ese inentendible afán de defender lo indefendible.

En un contexto social como el que lamentablemente se vive en México, es injustificable decir que acá “gusta la sangre”, por más que lo haya hecho en sentido metafórico. Es una nueva muestra de que este muchacho necesita asesoramiento profesional para su comportamiento fuera de la cancha.

Dentro también requiere ayuda, pero Martino y su cuerpo técnico están para eso, porque el viernes en Hamilton volvió a demostrar que es una de las piezas más endebles en este equipo. Su falta de concentración provoca que Néstor Araujo —su compañero en la zaga central— intente multiplicarse para tratar de auxiliarlo, por lo que se da un efecto dominó que pone a sufrir a la Selección, sin importar el rival.

Eso es en lo que debería enfocarse, no en asegurar que a los medios de comunicación les gusta fijarse en situaciones fuera del campo.

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