La victoria en San Pedro Sula dejó a la
muy cerca de lo que debería ser un trámite: el boleto a la Copa del Mundo , por lo que no hay algo que festejar, por más que en las oficinas de la Federación Mexicana de Futbol empiecen a sentir alivio. Y justo eso es lo que no puede pasar, porque garantizar un sitio en Qatar 2022 para nada es una proeza, mucho menos cuando la Concacaf —una de las zonas con más pobre nivel futbolístico en el planeta— tiene tres cupos directos y otro para una repesca.
No terminar entre los primeros cuatro sitios del octagonal sería para correr a todos en el futbol mexicano , porque sería un reverendo fracaso. Ayer por la tarde, el gol de Edson Álvarez permitió al equipo de Gerardo Martino , porque quiero imaginar que el argentino sí tuvo que ver en la alineación (misma con la que enfrentó el jueves a Estados Unidos en el Estadio Azteca ) y los cambios, ganar en un estadio con todo a favor, porque ni siquiera fue ese horno que suele caracterizar a la ciudad hondureña.
El pésimo comportamiento de su gente provocó que el partido fuera a puerta cerrada. ¿Qué más querían Martino y su gente? Sin la hostil afición de siempre, sin calor y sin un rival decente. El colmo hubiera sido no ganar. Y vaya que sufrieron para hacerlo, por lo que los cuestionamientos seguirán, pese a que el Tata y su auxiliar Jorge Theiler mantengan el absurso discurso de que lo importante es obtener un boleto al Mundial . No.
De hecho, en el sentido estricto, aún no lo tienen, cuando falta sólo un partido por jugar. Es cierto que la diferencia de goles parece tener a México en el Mundial , ya que la suya es de +7 y la de Costa Rica es de +3, pero si el miércoles la Selección Nacional pierde en casa con El Salvador (lo cual sería ridículo) y los ticos vencen en San José por cuatro de diferencia a Estados Unidos (lo cual también luce casi imposible), entonces el equipo de Martino volvería al vergonzoso repechaje.
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Es por eso que nadie se puede sentir orgulloso ni tranquilo con este equipo, que ayer volvió a ganar con lo mínimo, jugando a nada, sin imaginación para generar verdadero peligro en la portería de un rival que salió completamente entregado. Gerardo Martino , tras el juego del miércoles contra El Salvador , asegurará que lo importante es que obtuvo el boleto al Mundial , pero eso no es cierto. Era su obligación, y no hasta la última jornada.
A él, con todo y su gran hoja curricular, en la que se cuenta que ha dirigido a la selección de Argentina y al Barcelona —entre otros— se le contrató para que México por fin juegue al menos el maldito quinto partido, pero jugando así no lo conseguirá y será la misma historia de cada cuatro años.
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