Hay una gran confusión con lo que sucederá mañana, tras la reunión virtual de los propietarios de los equipos de la . Que quede claro que a nadie le están quitando la ilusión de nada si se cancelara el Clausura 2020 , ni tampoco es un mensaje negativo y de desesperanza.

Es —simple y sencillamente— cuestión de fechas, ya que resulta muy difícil acomodar lo que resta de este torneo y el Apertura 2020, además del resto de las competencias marcadas en el calendario.

No es resolver una ecuación de gran nivel, se trata de hacer cuentas y entender que no hay espacio, en lo que resta del año, en el que quepan las siete jornadas de lo que resta en el Clausura, más la Liguilla; en términos reales, 13 fechas para partidos.

Si el torneo se reanudara a mediados de julio, le restarían 24 fines de semana a 2020. Así que reanudar supondría jugar jornadas dobles prácticamente cada semana, ya que sumemos las 17 jornadas del próximo torneo, más las siete restantes de éste, y las dos Liguillas...

¿Cómo meter 30 jornadas de juego en 24 semanas, sin reventar a los futbolistas ? En términos de calendario, no alcanzarían los fines de semana y tendríamos que regresar a las jornadas dobles. No habría plantilla que lo aguante.

 

El principal motor para regresar, en algunos equipos, son los premios de Liguilla que les da un patrocinador, Caliente, empresa que —por clasificar— paga una buena cantidad, que no quieren perder. Y ahí viene la negociación con otro de los puntos clave para la economía del futbol: los patrocinadores.

Si logran convencerlos de que esos premios los bonifiquen para la próxima temporada, la reingeniería sería perfecta. Lo mismo pasará con los derechos de transmisión, tendrán que sentarse y arreglarse. Se entiende que haya equipos que quieran seguir el torneo, porque así lo necesita su economía.

Por ejemplo, en el caso de las Chivas, buscan esa inyección de capital, porque están desesperadas por pagarle al Necaxa lo que resta del paquete de los jugadores que adquirieron de los Rayos.

Lo que no se entiende es que, si hay las condiciones y si se puede negociar para reducir las pérdidas, no quieran hacerlo. Al final, con alguna lesión o una dramática caída de resultados en esas siete jornadas, pueden perder lo que habían construido.

El tema Selección Nacional es también fundamental. Por ahora, todo está detenido y ni siquiera la Concacaf se ha pronunciado para dar un panorama de lo que va a suceder. Pero esa no es la principal preocupación en la Federación Mexicana de Futbol.

Lo que realmente inquieta es que en este 2020 se puede ir en blanco en cuanto a partidos jugados en Estados Unidos, lo cual traería pérdidas para ellos y SUM, empresa que le paga millones de dólares para llevar al equipo nacional a los grandes estadios que llenan los paisanos, porque —si se pudiera jugar a puerta cerrada— tampoco convendría, ya que quieren tener a 60 mil mexicanos en el estadio que hayan pagado su boleto y consuman miles de dólares en esquilmos.

Hay que recordar que la Federación vive de esos ingresos y sería otro duro golpe a una economía ya tambaleante por los estragos de esta maldita pandemia.

@gvlo2008

gerardo.velazquez@eluniversalbgwire.com.mx

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