En plena celebración del campeonato del Pachuca, en el Clausura 2006, José Luis Trejo le anunció a la directiva tuza que se iba a Tigres . El entrenador que derrotó a San Luis, en una de las finales más intrascendentes del futbol mexicano, decidió dejar tirado al club para ganar más dinero. Loable, pero inentendible por lo conseguido en el equipo de Jesús Martínez.
Fue su maldición.
De ese mayo de 2006 a la fecha, ha pasado por Necaxa, Monarcas, Tecos, Puebla, San Luis y, cuando parecía que estaba ya retirado, lo rescató el Ingeniero Jorge Borja y lo llevó a Pumas, rotundo y sonado fracaso.
Sin actualización, siempre esperando que despidieran a un colega para entrar al quite, llegó a Salamanca, España, y —sin tener las credenciales necesarias y requeridas— le hicieron entrenador del equipo de Segunda División B, club adquirido por Manuel Lovato, empresario mexicano.
Ahí es cuando aparece Marco Antonio Rodríguez en escena . Desde su retiro, inició con una intensa preparación para convertirse en entrenador, su máxima ilusión. Pasó, como analista, por Azteca Deportes y GolTV en España, pero siempre continuando con sus estudios.
'Chiquimarco', polémico en el campo y apasionado ante las cámaras, lo tiene muy claro: ser entrenador. Por eso, el Salamanca jugó con sus sentimientos y necesidad de trabajar.
Para dirigir en España, hay requisitos que cumplir; Trejo no los reunía; Marco, sí . Ulises Zurita, un hombre vinculado al futbol desde hace muchos años en el Querétaro, es el presidente del equipo salmantino y declaró que Trejo no sería el entrenador, pero se quedaría como parte de Inteligencia Deportiva.
Así que fue el momento para 'Chiquimarco' . Lo contrataron, porque tiene en su currículum el Diploma de Grado Superior o UEFA Pro, expedido por la Real Federación Española de Futbol; es decir, cumplía con todos los requisitos para ser DT en España.
Así vino el gran engaño para Marco. Cuando quiso diseñar el primer partido, le quisieron imponer la alineación, también a su equipo de trabajo. Es decir, era el entrenador ante la Federación y los medios, pero el DT de facto es Trejo. Lo traicionaron y no se dejó, porque si algo tiene Rodríguez es integridad, decencia y profesionalismo.
Una lamentable historia que le dio la vuelta al mundo, por ser un árbitro tres veces mundialista. Fue replicada por medios de comunicación en diversos países y, por desgracia, no es la primera ni será la última.
Quién no recuerda aquella tarde de la diadema de Víctor Manuel Aguado, cuando se suponía era entrenador del América, y le mandaba todas las instrucciones Manuel Lapuente; o Ricardo La Volpe, ya como entrenador nacional, recomendando desde las alturas qué hacer a Albero Jorge, a la postre campeón del Apertura 2002; o bien, el secreto a voces más grande del futbol mexicano, Hugo Sánchez con sus consejeros atrás del banquillo.
Marco hizo lo correcto.
No por tener ansiedad de dirigir debe aceptar tal acto de deshonestidad. El tiempo le dará la razón y lo veremos cumpliendo un sueño trabajando, estudiando, no por dedazo de un amigo.
@gvlo2008