Nada más aberrante que buscar un futbol sin violencia en la
, quitándole la identidad que lo nutre. El balompié mexicano se alimenta de la rivalidad, de la pasión que desborda un equipo entre la gente y el deseo de ganar siempre, de apabullar al rival en la cancha. La violencia se combate con acciones inmediatas y medidas ejemplares, no con frases y hashtags que se pueden convertir en palabras sin peso, como el supuesto deseo de acabar con las barras.
El cáncer del futbol mexicano es dejar que los barristas sean criminales, no apasionados del futbol, no aficionados de cepa. Ellos van por un trapo, por algo que los mantenga como superiores, que demuestre su “grandeza”. Actúan como delincuentes. En su territorio, pagas derecho de piso o te atienes a las consecuencias. El que manda es uno y ese crimen es pasado por alto por muchas directivas que, incluso, avalan a sus propias barras por el pavor de meterse con estas.
Pedir que el aficionado se manifieste con la campaña #Gritaporlapaz de la Liga MX no sirve ante la masa, no funciona si no generan protocolos con los que en verdad se tenga bien identificados a los que violentan el futbol y delinquen a partir de éste. Además, la campaña SIN COLORES es absurda, porque en el futbol la identidad es lo que forma la afición, defender TUS COLORES; claro, en buena lid, sin crímenes de por medio.
El futbol es COLOR, es pasión; por eso, resulta absurdo que traten de “matar” lo único que le queda a un deporte cada vez más lejano a ofrecer apasionamiento, por el bajo nivel competitivo y por el torneo tan conformista. Por lo menos, la ridiculez de parar al minuto 62 se terminó. Esos abrazos en el Clásico Nacional fueron una de las estampas más patéticas que ha ofrecido el futbol mexicano en estos tiempos. La rivalidad debe existir en el balompié; claro que debe existir, y además debe fomentarse. No es misa, no están en la iglesia.
Como si parar un partido para que se abracen forzadamente los jugadores y poner “ Futbol Sin Colores ” fuera una solución para detener la violencia en el deporte. Identidad perdida, eso es lo que quieren desde la Liga MX ; claro, a base de un plumazo, sin proyecto, sin ideas y sin disciplina y valor para imponer medidas estrictas homologadas para todos los clubes afiliados. No es mandar mensajes ridículos y cursis, es actuar y quitarle el poder a las barras bravas, esas que Pachuca orgullosamente compró para traerlas a México .
De estos grupos, claro que deben desaparecer los criminales. Pero no es así; no, así no. Poner niños en donde va La Monumental o poner banderas donde va La 51 , solamente son medidas de protección de imagen, de una Liga que —hoy— lo peor que tiene es precisamente la imagen. De por sí, las marcas se empeñan en quitarle identidad a los equipos, obligándolos a utilizar uniformes que nada tienen que ver con sus colores, para vender más y más camisetas. Entonces, que por lo menos sepan que el COLOR es fundamental para el futbol.
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