Llegó el momento de construir entre todos, sociedad y gobierno, el nuevo sueño mexicano, en donde independientemente del lugar, región o las circunstancias particulares en las que nacemos, exista la posibilidad real de que todos y cada uno de los mexicanos pueda mejorar su calidad de vida y condición socioeconómica, mediante su creatividad, trabajo y esfuerzo.
Cumplir el sueño mexicano es posible, si dejamos atrás la polarización y nos ponemos de acuerdo en los cambios y transformaciones necesarias para que exista una real igualdad de oportunidades en nuestro país. A mayor igualdad de oportunidades habrá mayor movilidad social ascendente, que nos conducirá a un Desarrollo Inclusivo.
Cuando los resultados de vida de las personas son fruto del esfuerzo y no de circunstancias de origen fuera de su control, la sociedad se hace más justa y aumenta la cohesión social. Solo así, podremos recuperar la grandeza de México.
Según análisis del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, en México la movilidad socioeconómica es baja: 74 de cada 100 personas que nacen en los hogares más pobres no logran superar la condición de pobreza en su vida adulta. La movilidad educativa también está relacionada con el nivel socioeconómico, y la movilidad laboral con la ocupación de los padres; la probabilidad de acceder a empleos mejor remunerados es menor entre la población que proviene de hogares con bajos niveles socioeconómicos y en donde el padre era un trabajador del sector informal.
Algunas barreras de la movilidad social en México son las características personales (género y color de piel), el entorno familiar o la región del país en el que nacemos.
La acción del gobierno debe centrarse en multiplicar e igualar las oportunidades de las personas para lograr mayor movilidad social; para ello es indispensable mejorar la seguridad pública, la calidad educativa, la cobertura de los servicios de salud, flexibilizar el mercado laboral, aumentar el acceso al sistema financiero, facilitar la formalidad y asegurar esquemas de retiro y seguridad social sostenibles.
La movilidad social no aumentará regalando dinero mediante programas asistencialistas permanentes que no resuelven las carencias estructurales, pero en cambio sí generan dependencia y merman la voluntad.
Urge transformar el sistema educativo en México para que todas y todos adquiramos las competencias, destrezas y habilidades que nos permitan desarrollar nuestras potencialidades al máximo.
Si lo podemos soñar lo podemos hacer realidad; necesitamos vivir en un país en donde el que quiera estudiar y prepararse lo pueda hacer, el que se prepare encuentre un trabajo bien remunerado y el que se proponga y esfuerce logre iniciar con éxito una pequeña empresa formal.
Uno de los principales obstáculos de la movilidad social en México es la informalidad y casi el 60% de las personas trabajan en este sector. ¿Qué espera el gobierno para cambiar esta realidad? Urge una reingeniería total al marco regulatorio para la apertura y operación de las MiPyMEs, hay que facilitar la formalidad, eliminando todas las complicaciones y trabas burocráticas existentes. El mejor programa social es facilitar la creación de empresas y la generación de empleos formales bien remunerados.
El sueño mexicano no puede consistir en ir en busca del american dream, necesitamos generar las oportunidades de empleo suficientes en nuestro propio país. El sueño americano en muchos casos se convierte en pesadilla por los altos riesgos que implica y por la desintegración familiar que se da con frecuencia.
No sabemos con certeza cuándo se perdió el sueño mexicano, pero sin duda es posible reconstruirlo entre todos, sociedad y gobierno; necesitamos empezar por recuperar la seguridad, paz y tranquilidad en todo el territorio nacional.
Aspiramos a vivir en un país de libertades y oportunidades, en donde cada ciudadano logre prosperar mediante su creatividad, trabajo y esfuerzo. #OpiniónCoparmex
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