México está muchos lugares por encima de Honduras; desde los puestos que marca FIFA en su ranking, hasta el nivel de sus futbolistas, Ligas y selecciones.

No hay —en este momento— punto de comparación entre los equipos que van a contender por un sitio directo a la Copa América de 2024.

La nómina de México supera en calidad a la de los catrachos.

En Honduras, le tienen miedo a la Selección Mexicana, reconocen su categoría al tratarlos como “estrellas” y aceptar la “potente convocatoria del Tricolor”.

El técnico Jaime Lozano reunió a un grupo de futbolistas altamente calificado en la zona para ganar en Centroamérica y en el Estadio Azteca.

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Los nombres de los seleccionados mexicanos claramente intimidan: Guillermo Ochoa, Santiago Giménez, Edson Álvarez, Henry Martín, Luis Chávez, Hirving Chucky Lozano, Julián Quiñones y compañía, son —desde que los anunciaron— un dolor de cabeza en la concentración catracha.

No tengo duda de que los hondureños en casa van a entregarse en el campo, tendrán un gran despliegue físico y buscarán que su gente juegue un papel desequilibrante contra el gran rival, pero no será suficiente para arrebatarle el triunfo a México.

La selección de Honduras vive tiempos difíciles con cambios de entrenadores, dificultades entre sus futbolistas, indisciplinas y demás conflictos que la tienen sumergida en una mediocridad que aparenta no tener fin.

No, no es que seamos fanáticos recalcitrantes de la Selección Mexicana. Simplemente, es la verdad, y a las pruebas me remito.

México no debe tener grandes problemas para derrotar a los hondureños, un equipo que —desde hace muchos años— perdió jerarquía en Concacaf y del cual sólo quedan recuerdos de algunos combativos futbolistas.

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