Javier Aguirre volverá con fecha de caducidad: el último partido de México en el Mundial 2026.
El contrato no tiene apartado para una extensión, no existe cláusula que lo mantenga después de ese momento, sin importar que le dé a la Selección Nacional su mejor participación en una Copa del Mundo.
El "Vasco" tiene los días contados, porque ya tiene relevo. La promesa está hecha para Rafael Márquez.
A partir de su presentación, este jueves, Javier deberá aprovechar cada minuto para establecer reglas, planes de trabajo, estrategias, entrenamientos, logísticas que jugadores y dirigentes necesitan respetar, si quieren que el bombero apague lo que se está calcinando.
No hay margen de error para este equipo. Hasta una pequeña fisura en este proyecto puede ser fatal.
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A menos de dos años para el inicio del Mundial, y con el nivel que se carga la actual generación de futbolistas, quién sabe si Javier pueda armar una Selección competitiva, acorde a las exigencias que se tienen por ser anfitrión de la justa mundialista.
Gustará o no el estilo de Aguirre, pero hoy es el que mejor le acomoda a la Selección, porque —a estas alturas— es mejor irrumpir con un juego incómodo, de mucho desgaste físico y poco atractivo; darle prioridad al resultado y no a la forma de juego.
En este tercer capítulo del "Vasco" con México, será muy interesante observar primero cómo se acopla Márquez al grupo de Javier y luego, la evolución del novel entrenador, para tomar el cargo en el proceso de 2030, con eliminatorias mundialistas incluidas.
La obsesión del Comisionado Presidente Don Bomba Rodríguez se ha hecho realidad. Lo trae como el auténtico salvador de la patria.
Esperemos que su amigo le entregue buenas cuentas.