Checo Pérez vive, desde hace meses, en el mundo de las mentiras y verdades a medias. Es increíble la resistencia del piloto mexicano a tanta información sobre su supuesta salida de Red Bull. Los malos resultados en gran parte de la temporada han sido combustible para los que desean verlo fuera de la escudería austriaca. Todas las conjeturas que se hicieron, y aún siguen, de alguna forma golpearon el rendimiento de Sergio en este 2024, sin dejar a un lado los problemas que tuvo su auto. El tapatío enfrentó batallas en la pista, las mantiene fuera y aguantó estoico hasta el final. Su temple y serenidad son para destacar.
Las publicaciones, los memes, las notas se multiplican sobre la situación de Sergio con Red Bull. El futuro del mexicano es más importante que la desilusión de Carlos Sainz por dejar Ferrari o lo que ocurre con las demás escuderías. Checo es el centro de atención, no lo sueltan; en Europa, son brutales los ataques hacia él. El llamado “fuego amigo” es otro de los ataques que ha sufrido Checo. De no creerse que, desde el interior del equipo, lo perjudiquen con tal fiereza. Mucho de lo que se ha comentado son filtraciones de Christian Horner y Helmut Marko, jefe y asesor de la escudería, respectivamente.
Existe un odio desmedido hacia el tapatío. Es cierto que no rindió como se esperaba, pero no todo es su culpa. Checo tiene contrato hasta 2026. Ojalá que se haga una evaluación a fondo para tomar la decisión adecuada. Aseguran que su lugar será ocupado por el neozelandés Liam Lawson; hasta no ver, no creer. Si el contrato se rescinde, Red Bull deberá pagar una millonada. Por cierto, a partir del próximo año, la empresa América Móvil (de Carlos Slim) seguirá con Checo, pero no con Red Bull. Esperemos lo mejor para Pérez. Si se queda con los austriacos, que le den un mejor trato y automóvil, aunque su prioridad es Max Verstappen.
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