La venganza en el deporte por supuesto que existe, y no me refiero a la competencia en sí, o a cuando pierdes y a la siguiente semana o evento tienes la oportunidad de reparar el daño.
Es cierto que —al calor de la “batalla” y cuando te superan— surge esa parte mental que activa la adrenalina para buscar sobrevivir, esa que —en la gran mayoría de las veces— te lleva a cometer imprudencias.
El deportista, cuando no encamina bien el esfuerzo para recuperarse y remontar la adversidad, pierde.
Pierde porque se desespera, se vuelve irracional, impotente, lo consume la presión... Su mente divaga, se nubla y vienen esas consecuencias fatales.
Esto viene al caso después de lo que sucedió con Jesús Gallardo, de Rayados, y Brian Rodríguez, del América, que armó una polémica barata y absurda.
Cuando se quiere lesionar a alguien, de inmediato te das cuenta. Es evidente la rabia en el rostro por tomar revancha y hacer daño. El movimiento del cuerpo es muy especial para “centrar” la agresión, cosa que no sucedió con Gallardo.
La jugada entre los futbolistas es totalmente fortuita, del juego, sin pretensión de atentar contra el físico del compañero de trabajo.
Bien América en frenar el deseo de inhabilitación de Jesús, hubiera sido una injusticia.
Correcto lo de Rayados al defender a su jugador y detener el ataque mediático.
Patético lo de Jonathan dos Santos al amenazar a Gallardo. Acertada la decisión de la Comisión Disciplinaria de sancionarlo.
Afortunadamente, se apagó el asunto y lo único que resta es desearle a Rodríguez una recuperación rápida de su rodilla, para que vuelva pronto.
Como dije al inicio, sí hay casos de revancha que lastiman y pueden hasta terminar una carrera.
Uno de los más sonados fue el de Nancy Kerrigan y Tonya Harding, escándalo mayúsculo previo a los Juegos Olímpicos de Invierno en 1994.
Harding conspiró para intimidar a Kerrigan, con la que iba a disputar una medalla, y no llegara en su mejor nivel.
Resulta que el esposo de Tonya y su guardaespaldas, le rompieron la pierna a Nancy.
Harding sabía de los planes de su marido, pero hasta ahora no se sabe si realmente estuvo implicada en el ataque.
Otro que viene a la mente es el de Diego Maradona en su etapa como futbolista del Barcelona: Un defensa del Athletic de Bilbao le hizo una salvaje entrada, con dolo y mala fe, para facturarle el tobillo.
No vayamos muy lejos: la jugadora del América Kheira Hamraoui, la francesa, sufrió severos golpes en piernas y brazos con tubos, por envidia de Aminata Diallo, su compañera en el PSG.
Esto sí es extremo, de mala intención; nada que ver con Gallardo y Rodríguez.