El final de cada torneo es mágico para muchos futbolistas. Se les ve distintos, con mucho ánimo, gran actitud, motivados; corren como nunca y quieren participar del juego durante los 90 minutos. Sorprenden con su vitalidad y entrega, se les nota recargados.
Es muy extraño su proceder porque durante 12-15 jornadas estuvieron desaparecidos, fueron intermitentes. Fácil: están cuidando su contrato.
Crudo, difícil, indeseable resulta para muchos jugadores el final de la competencia. Es cuando se hace el recuento de los daños, se analiza el buen o mal desempeño durante el torneo; se evalúa al individuo para seguir o darle las gracias. El futbolista sabe de lo que fue capaz y si cumplió con los objetivos, no se puede autoengañar.
Debe estar consciente de lo que vendrá a futuro y entender decisiones ya sean a favor o en contra de su permanencia.
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Puede que la libren porque son amigos de la directiva o porque eso poco que mostraron convenció a todos para no negociarlo a otra institución. Son esas malas costumbres que se cargan, vicios enraizados de los cuales ya es muy difícil desprenderse y no permiten que despunte una carrera.
Los clubes compran esta clase de “mercancía” por negocio y créanlo, desconocimiento. Les llegan a meter cada gol que termina por perjudicar los proyectos y metas trazadas para campaña.
Por esto, es de reconocer a todos aquellos jugadores que durante todo el torneo muestran su pleno y total compromiso desde el primer día de la pretemporada. Besos y abrazos para todos.
@elmagazo