Nos volvieron a tomar el pelo los de la Liga MX y el Cruz Azul. No pasó nada después del show que montó Julio César Domínguez, con las imágenes de la fiesta de su hijo, cuya temática estaba basada en un videojuego muy popular entre los jóvenes, pero que se desarrolló con vestimentas y armas, simulando ser parte de un grupo de narcotraficantes. Los involucrados en el festejo portaban el uniforme del club, algo sumamente delicado, por lo que implica el respeto a la institución y sus valores.
Poco le importó al Cata, quien publicó fotos en sus redes sociales con singular alegría. Pensó que le íbamos a aplaudir su torpeza y que su vástago recibiría una carga de felicitaciones inimaginable. Se necesita ser demasiado ingenuo, por no decir tonto, para hacer del conocimiento de todos las fotos que subió.
Cada quien educa a sus hijos como se le pega la gana; eso, a mí no me incumbe, pero en lo que sí voy a meter mi cuchara es en la tibieza de la Liga MX y del Club Cruz Azul para abordar con rigor el tema y sancionar enérgicamente al futbolista. Existe un Código de Ética en ambas instituciones y se lo pasaron por donde les dio la gana. No hubo autoridad para castigar a Domínguez, les dio miedo aplicar una merecida sanción. Todo quedó en nada.
De lástima y pena ajena el infame comunicado que expusieron la Liga y el equipo celeste a la opinión pública, para dar por cerrado el tema. Mejor se hubieran ahorrado ese tiempo para hacer algo mejor y más productivo.
Sentido común, no se necesitaba más para inhabilitar al jugador. En serio que no exagero para los que así lo piensen. Este país tiene muchos problemas de violencia a causa de este asunto. Le salió muy barato a Domínguez lo que se resolvió después de una “ardua” investigación: “El Club brindará apoyo, capacitación y sensibilización al jugador, en relación con este delicado tema. Las dos instituciones reprueban los hechos. El Club, de acuerdo con su reglamento interno, desde el primer momento tomó medidas preventivas y correctivas”. Qué manera de engañarnos.
Al futbolista, hay que reclamarle su falta de sensibilidad. Si cumple o no con lo que lo obligaron a decir en su disculpa pública, es muy su problema. “Reconozco que esas imágenes no son lo que México necesita, me comprometo a convertirme en un referente que promueva los valores de la Liga MX y de mi club”, dijo.
El daño está hecho, pero como siempre sucede en el futbol mexicano: AQUÍ NO PASÓ NADA.
@elmagazo