Los amistosos sólo acrecentaron las dudas en la Selección Nacional.
Únicamente sirvieron para evidenciar el escaso nivel de competencia de nuestro equipo, a unos días de enfrentar el torneo más importante del continente.
Desde las oficinas de la Federación Mexicana de Futbol, echaron a perder una parte del proceso que ellos engendraron.
Bastó una “sugerencia” para derribar el plan que Jaime Lozano había elaborado para la Copa América.
El entrenador es víctima y culpable de los drásticos cambios en la plantilla.
No está de más reiterar que su “cambio generacional” es un proyecto hasta ahora fallido, que no se entiende, a dos años del Mundial.
El tiempo es el que sabiamente pondrá a todos en su lugar. Lozano tiene todavía algunos días para preparar una Selección decente, digna.
Sería vergonzoso que utilizara el torneo sólo con la finalidad de darle minutos a jugadores con poca experiencia en Selección.
El regreso de México a la Copa América, lo que tanto se había pedido, podría terminar en un evento grotesco.
La Selección Mexicana requiere trabajar a marchas forzadas, antes del debut, en defender y atacar mejor, porque no da una. Es bochornosa la manera en que lo hacen estos muchachos, que se dicen profesionales y estrellas del equipo nacional.
Es evidente que a alguno de los tres pilares de la Selección le está quedando muy grande la responsabilidad: directivos, cuerpo técnico y jugadores.
Es increíble la desconfianza que genera el equipo. Ni sus familiares creen que se pueda tener una actuación distinguida en Estados Unidos.
La Selección tiene lo que se merece. Con esto, se debe luchar para no hacer el ridículo.
Ojalá, Jaime Lozano y su gente arreglen las broncas que se traen, pero no se ve sencillo, después de lo que ocurrió contra Uruguay y Brasil.