Julián Quiñones, sin ser aún mexicano, ya entrena con la Selección Nacional. Sui géneris por donde quiera que se le vea.

No está bien, no tienen por qué hacerle un favor al futbolista. Si el colombiano aún no recibe sus documentos de naturalización, entonces no es mexicano, no debe estar en la concentración, y mucho menos entrenar con el equipo.

Es una rotunda equivocación abrirle la puerta, “ante las pocas ventanas disponibles para su adaptación con el equipo”.

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Lo que ha hecho Jaime Lozano, junto con los que tuvieron la “grandiosa” idea de integrarlo, es faltarle al respeto a la Selección Nacional.

Por sentido común, no puedes darle entrada al que todavía es un extranjero.

Podrá tener muchas ganas de representar a nuestro país y estar infinitamente agradecido por cómo lo ha tratado México, pero no tiene papeles para andar paseándose muy ligero por la casa del Tricolor. Cuando los tenga, ya será otra historia, pero —en este momento— es un extraño e intruso que le está arrebatando un sitio a un mexicano que podría ser visto, probado, para saber si puede con el peso de la playera.

No es nada contra el delantero del América, simplemente es acatar reglas, hasta no escritas, que permitan el orden y la disciplina del equipo de futbol más importante de los Estados Unidos Mexicanos.

El propio Quiñones debió poner freno a este “llamado” y esperar a que todo estuviera en regla para, ahora sí, atascarse de verde, blanco y rojo.

Se le hizo fácil a este muchacho aceptar el obsequio, lo que lleva a pensar que no entiende absolutamente nada de protocolos y reglas.

En el comunicado de la Selección, donde avisan que Julián va a entrenar cuatro días, se aplauden ellos mismos por darle al sudamericano “integración, tanto en lo futbolístico como en lo humano”.

Siguen siendo absurdos en la toma de decisiones, eso no cambia en la Selección.

Me encantaría saber si el mentado Comité de Expertos apoyó el tema; de ser así, qué manera de traicionar su forma de pensar, porque —en su tiempo— esto no lo hubieran hecho Javier Aguirre o Fernando Hierro.

Todo a su tiempo. Quiñones tendrá sus documentos y hagan con él lo que se les pegue la gana.

Sin duda, es un futbolista de un potencial increíble, que está en plena forma y puede ayudar a la Selección, pero deberían ahorrarse esta clase de polémicas, porque lo único que dejan ver es la escasa confianza al jugador nacido en México, la urgencia por encontrar un salvador, el miedo a hacer el ridículo en 2026.

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