No tengo nada en contra de Dani Alves, que quede muy claro.
No es verdad que esté molesto con su llegada, porque le quita un lugar a cualquier canterano. Es falso que odie al brasileño; al contrario, qué bueno verlo en este lado del planeta, y más con Pumas, pero es evidente que no la está pasando bien, porque no ha logrado encontrar su lugar en el equipo.
Existen tres situaciones con Alves:
1.— No ha logrado adaptarse al futbol mexicano.
2.— Físicamente, no se ha puesto a punto.
3.— Ya no está para el alto rendimiento.
Sobre Dani Alves, pesa la teoría de que juega todos los minutos por contrato, teoría que se ha encargado de descalificar la directiva. Lo único cierto es que, desde su llegada, tiene todos los minutos en el campo, aún y cuando se ve que ya no le aporta nada al juego y requiere ser relevado.
El propio futbolista debe ser sincero consigo mismo, para entender el momento en el que ya no puede hacer más por el equipo, salvo que esté amarrado a esa teoría conspiratoria que les irrita en el club.
Comulgo desde siempre con la filosofía de “la edad no está peleada con la calidad”.
Alves es un tremendo jugador, nadie cuestiona su impresionante palmarés, pero es posible que no haya medido a detalle lo que iba a encontrarse en el futbol mexicano.
Me da la impresión de que lo subestimó, creyó que vendría a romper la Liga, y se ha estrellado. Por él y por el equipo, espero que encuentre lo antes posible su mejor forma.
Transmití para mi casa —W Deportes—, en Ciudad Universitaria, el juego entre Pumas y Santos. Los de La Comarca le pasaron por encima a Universidad.
El equipo está en crisis, la cual no aceptan el técnico ni la directiva, pero ese será otro asunto para comentar después.
Dani Alves inició de contención y, en el segundo tiempo, fue lateral derecho —posición en la que es evaluado por la selección brasileña—.
La exestrella del Barcelona sufrió para detener los ataques santistas, se vio lento, sobre todo en la parte complementaria; lo hicieron ver mal. Los aficionados lo abuchearon.
Alves, con la ayuda del equipo —y sobre todo del entrenador— debe cambiar cuanto antes la imagen que dejó en este último partido.