Indigno para la historia de Chivas fue lo que vimos en el partido contra el Sporting Kansas City, en la Leagues Cup.

Hacía mucho tiempo que un plantel del Guadalajara no daba tanta pena en la cancha. Realmente, fue un desastre lo sucedido en el Children’s Mercy Park, porque las Chivas no metieron ni las manos, sólo hicieron acto de presencia. Vergonzosa la exhibición de un equipo que presume ser profesional; sus futbolistas parecían amateurs contratados para cumplir el sueño de jugar en un estadio.

El Rebaño Sagrado terminó por sucumbir ante un club que no es nada del otro mundo, que en la MLS ocupa el lugar 11 de la Conferencia Oeste, pero que se tomó las cosas muy en serio en esta rivalidad entre ambas Ligas.

Cuando el futbol escasea, por lo menos sacas el orgullo para hacerte respetar, pero ni eso tuvieron los tapatíos.

Chivas fue un equipo minúsculo, pequeño, insignificante en el campo. Daba coraje atestiguar el paupérrimo nivel de los futbolistas y las mínimas reacciones desde la banca para arreglar la catástrofe. Increíble ver al entrenador Veljko Paunovic pasmado, sin ideas, con los brazos cruzados, perdido, asustado, sin saber qué hacer. Los jugadores, al ver el mensaje desde la banca, no encontraban rumbo.

La noche en Kansas fue muy dura para el Guadalajara. Le dieron un baño de realidad, sufrieron los rojiblancos una degradación de grandes proporciones, una humillación clara y contundente que deja la imagen por los suelos.

Los jugadores del chiverío andaban en otro mundo, en una órbita distinta.

No fueron capaces de competir, los hicieron ver muy mal. No estuvieron a la altura de lo que se esperaba de ellos. Llegaron como protagonistas y se marcharon pisoteados, poco les importó el prestigio del club.

Erick Gutiérrez, la contratación estelar de Chivas, no pesó nada en el juego; más bien, le pesaban las piernas; ineficaz, nada que destacar para el exfutbolista de la Liga neerlandesa.

Alexis Vega, perdido; Ricardo Marín no tocó la pelota; Alan Mozo, una avenida; Víctor Guzmán, improductivo. Todos corriendo detrás de la pelota. Hubo un momento en el que Kansas les dio por lo menos 40 toques y no reaccionaron. Lamentable.

Todo comenzó con un mal partido en Cincinnati y acabó siendo una hecatombe en el escenario del Sporting.

Chivas quedó entre los escombros, masacrado y sepultado como un equipo cualquiera. Terrible ser testigos de la degradación que tuvo el Guadalajara en Estados Unidos.

Alguna vez, los tapatíos ofrecieron juegos memorables fuera de México; hoy, son un tristísimo club casero.

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