Fracaso. Rotundo, lapidario, cruel, brutal, desalmado, salvaje. No hay por qué eludir, ni temerle a la palabra. Es fuerte. Muchos no quieren ni escucharla, pero hay que aceptarla.
Fracaso es lo que vive Cruz Azul después de ser eliminado en semifinales. Dejemos a un lado que perdió otra vez con el América, eso lo tocamos después.
Fracaso entonces, claro y contundente. Esto no quiere decir que el equipo sea de lo peor, que deben irse prácticamente todos, que no sirve; por supuesto que no, es aprender de la caída y, si hay aprendizaje, estará más cerca de lograr lo que quiere.
No hay equipo invencible, lo demostró el propio Cruz Azul contra Xolos, en los cuartos de final. Ahora, en semifinales, es seguro que en el club estaban conscientes de que rondaba la opción de perder y quedar fuera en el juego de vuelta. No lo tenían presupuestado, pero siempre estuvo ahí presente.
El golpe fue durísimo, por lo que habían hecho durante el torneo regular. Eran los grandes favoritos al título, se quedaron con las ganas de levantar su décima copa. No les alcanzó, cometieron errores.
Que hubo polémica arbitral, sí, y es una pena que así vaya a ser recordado el tremendo partido entre celestes y Águilas.
Me quedo de este Cruz Azul con las formas. Nunca traicionó su estilo. Muchos de los partidos de La Máquina fueron increíbles. Me quedo con el Azul del liderato, del récord de puntos, del número de juegos ganados, del equipo más goleador y menos goleado. Me quedo con el Cruz Azul que nos asombró, que llenó estadios, que conectó fabulosamente con su afición.
En medio del fracaso, siempre hay cosas buenas por rescatar. Hay que darle tiempo a los celestes, para recuperarse y volver. Estoy cierto de que uno de los objetivos para el próximo torneo es reencontrarse con el América, en Liguilla, pero esa será otra historia.
@elmagazo